Faltan pocos días para decir adiós a un año bisiesto que si por algo se ha caracterizado es   por ser un año feo, incierto, desagradable, tenebroso. Cuando escribo esto no tengo más ayuda que  la de mi memoria. En mi aldea de Góntar apenas si  ha llegado internet, a mi casa desde luego no, por eso es posible que recuerde algunas cosas y olvide otras.

Recibí con cierto recelo  a este año porque en él se cumplían 65 de mi llegada a este mundo, razón por la cual y al tratarse de un humilde funcionario de exiguo complemento específico y sin poltrona que me aguantase hasta los 70, no tenía otra alternativa que la de jubilarme, cosa que ocurrió en Abril y de la que no me arrepiento porque sí es cierto que soy algo más pobre no lo es menos el que soy infinitamente más libre.

Han sido especialmente significativos e imagino que también para una gran mayoría de españoles, los tejemanejes de Pedro Sánchez, la guerra interna en el PSOE, el por fin  tan esperado o no Gobierno de Rajoy, la ascensión meteórica de los podemitas, el hundimiento de la que ya era Izquierda hundida, la desgraciada muerte tras el acoso político-mediático de Rita Barberá, la doble vara de medir de la  corrupción por la izquierda y la judicatura y como no, quizás lo más importante, la desestabilización del Medio Oriente provocada por el fundamentalismo religioso y medieval del llamado estado islámico, apoyado en los lamentables resultados de las intervenciones militares en  Iraq, Siria,  Libia y Afganistán que son el preludio de una nueva guerra fría entre Rusia y Occidente y financiado o al menos encubierto por las monarquías absolutas del Golfo Pérsico. La oleada de refugiados que huyen de la guerra y la indefinición de la UE en la política de acogida. El triunfo del populismo en EEUU con la victoria de Donald Trump y la incógnita que se abre con lo que se ha dejado decir en cuanto a sus relaciones con Cuba después de la muerte de Fidel y con la exhausta Venezuela de Maduro, o lo que no ha dicho de cómo va a ser la relación con la UE y con el Reino Unido fuera de la UE.

Pedro Sánchez quiso a toda costa ser monclovita y para ello no dudó en buscar alianza con los dos demonios españoles por excelencia, podemitas y separatistas. Alguien llegó a tiempo y le cortó los vuelos y desde entonces vaga como ánima en pena sufriendo el abandono de los que presumían ser lo más fieles. Los socialistas están divididos, Sánchez los dividió y las dos facciones buscan que alguien triunfe con una gran mayoría en el próximo congreso, reorganice el partido y concurra a las próximas elecciones con garantías suficientes de devolver a la chusma podemita a sus cloacas habituales.

Mientras tanto Rajoy disfruta de ese balón de oxígeno que su acuerdo con Rivera y el cambio de actitud de la Gestora socialista le ha proporcionado y aprovechando que Ciudadanos se está quedando en nada, los socialistas andan a la greña y los podemitas a palos entre ellos para ver quién  será el nuevo Atila  que reunifique y ponga bajo su mando las decenas de tribus que ahora guerrean entre sí.

PP y Podemos celebran congreso en Febrero. En el del PP la cuestión es cómo se reparte el poder entre las dos damas de hierro y si Cospedal continua en la Secretaría General y se perfila –los socialistas lo dicen- como posible sucesora. Los podemitas lo tienen más crudo por la guerra entre Iglesias, Errejón, los anticapitalistas, los comunistas y hasta el tarado de la Pampa. Registrado ya el nuevo partido “Unidos Podemos” y con Garzón convertido en guiñol, no ha de pasar mucho para ver a Iglesias tomando posesión de las sedes de la extinta IU, sus documentos, sus listas ¿y sus deudas?; -no Alberto, no, de deudas nunca hemos hablado-.

El norte de África está que arde. Todos tenemos parte en ese incendio y vamos, sin quererlo, a sufrir  sus consecuencias. El terrorismo islámico es ya una guerra abierta contra Occidente. Hay una quinta columna infiltrada en nuestra vida diaria  y que recibe instrucciones, consejo y doctrina en la inmensa red de mezquitas repartidas por toda Europa. El choque de culturas es un hecho y son ya terceras generaciones, nacidas en Europa, las que no han podido, sabido o querido adaptarse e integrarse en la vida y costumbres occidentales. El viejo Continente tiene un serio problema. América está lejos y Trump ya ha dejado claro que la UE tiene que implicarse más en su defensa y ser menos generosos en la acogida de emigrantes y refugiados.

Aunque no suelo ser pesimista, no veo claro que 2017 vaya a ser extraordinario por algo bueno, más bien pienso lo contrario, que se agravará el problema de Oriente Medio, se consolidará la segunda guerra fría entre la OTAN y  la Rusia de Putin, los refugiados y emigrantes colapsarán los planes y posibilidades de los países mediterráneos, los americanos de Trump se encerrarán en sí mismos mientras China extienden peligrosamente su economía y  Corea del Norte su poder militar en la zona. Y ya puestos en esa tesitura, ¿por qué no pensar en que Pedro Sánchez saldrá victorioso del congreso socialista y como el tonto de la linde, seguirá en el no es no y obligará a Rajoy a convocar elecciones, que volverá a ganar mientras que a Sanchez solo le votarán sus cien mil fieles de las  bases, mientras contempla atónito la remontada de Podemos y se ofrece a entrar en sus filas?. Menos mal que hoy es el día de los Santos Inocentes porque si lo de Sánchez llegara a ser así, vaya inocentada.

Mis queridos lectores, que Dios reparta suerte en el año que se nos echa encima. Que la caridad y el Ministro Montoro contraigan matrimonio y el despacho catalán de la Vicepresidenta Soraya no se convierta en la primera embajada de España en la república islámica catalana.

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Adiós 2016, Feliz 2017

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