Semana decisiva en la piel de toro. El PSOE se empeña en continuar su guerra interna con unos pregonando la abstención y otros recogiendo firmas para lo contrario. Al final y aunque el Comité Federal del domingo diga que abstención, los del no seguirán diciendo no. Pero ¿por qué?, pues sencillamente porque el PSOE dejó su histórica democracia interna representativa sustituyéndola por una democracia interna asamblearia en dónde el líder con pies de barro necesita que la plebe le sostenga agarrándole por los tobillos.

En términos agrarios, Zapatero sembró tardío en época de sequía y la cosecha fue desastrosa. Rubalcaba  amontonó la parva y no tuvo tiempo de extenderla en la era. Pedro el breve extendió en la era la parva recalentada y casi fermentada y se dispuso a trillarla, pero Pedro no pensaba en dar vueltas continuamente en la era y seguir trillando sino en trillar a lo derecho y subido en el trillo legar a la Moncloa. Conclusión, se salió de parva y los amos le pusieron de patas en la calle. Ahora unos son partidarios de seguir trillando a pesar del estado desastroso de la mies, otros prefieren  dejarla convertida en paja y los de Cataluña vienen y pretenden mearse  en ella. Segunda conclusión, los socialistas van “dos por tres calles”.

¡Ay Mariano, Mariano, ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio! se dice un  Fernández apesadumbrado, que ve cómo los que echaron al “trillaor” no tienen más en común que las ganas de echarlo y a posteriori le han dejado con el culo al aire para que sea él quién decida que hace con la era socialista.

Los recién desahuciados se agarran al nuevo modelo de democracia asamblearia, nuevo en el PSOE pero tradicional en la extrema izquierda, porque creen que los militantes van a facilitar dar la vuelta a la tortilla y llevan razón. Con Zapatero el PSOE comenzó su deriva hacia una izquierda ajena a la socialdemocracia, sectaria, guerracivilista y revanchista.  Sánchez siguió por el mismo camino y eso hizo que las bases, que siempre fueron ajenas a las posturas socialdemócratas, encontraran en ellos el  caudillaje que los barones y cuadros  regionales y provinciales les negaran desde su lejanía, su soberbia y su falta de comunicación y pedagogía.

Ahora que a Pablo Iglesias II se le ha visto el plumero y se ha visto obligado a volver a sus orígenes de calle y cloaca es cuando el PSOE debería dar muestras de serenidad y de generosidad, permitiendo gobernar a Rajoy sin dejar de hacer una oposición seria y productiva y además vendiendo a la sociedad el producto de esa oposición civilizada frente a la que va a ejercer Iglesias sacando a los 15-M de nuevo a la calle y organizando revueltas y huelgas generales. Mientras tanto, refundar el partido, volver a los postulados socialdemócratas que aún en crisis aventajan en mejoría  a los de la izquierda radical y tratar de convertir al PSOE de nuevo en un partido de gobierno, sin olvidar que  ciento noventa mil afiliados no son significativos frente a los cinco millones de votantes que ahora tienen o los once millones que llegaron a tener. No son significativos ni para el sostenimiento del partido, porque la fuente principal de financiación está en  los escaños conseguidos y en los votos obtenidos. La afiliación, a no ser que sea millonaria en número, no deja de ser un componente folklórico que airea las banderas y llena los mítines, aunque al tiempo sea necesaria para consolidar una estructura que permita difundir el mensaje y crear los cuadros de mando.

Ah y que no se les  pase por alto; si quieren convertir Cataluña en el caladero de votos que en tiempos fue, el mejor camino es mandar a Iceta a hacer puñetas.

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¡Ay Mariano, ni contigo ni sin ti…!

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