Después de ganar la mano el pasado uno de junio al punto y miedo, por la mano del PNV, justo a un año de las elecciones municipales, autonómicas, europeas, y aunque no lo creo, pues pienso que serán antes, quizá también de las Generales, Sánchez se afianza en el ejecutivo con un gabinete de 11 ministras y 6 ministros, pensado para los medios.

En esta semana ha maniobrado con carácter y efecto, ignorando las presiones de sus aliados en la moción de censura, tanto en el abismo de Iglesias como en la reacción independentista ante ciertos nombres borrellianos.

Pero ahora precisa gobernar preparando unos comicios para los que la Constitución le faculta en la elección del momento. Legislar es más que complicado con la mesa del Congreso bajo control de Populares unidos a Ciudadanos y un Senado donde los azules cuentan con mayoría absoluta. De esta forma le queda, para conseguir cerrar como ley algunas de sus iniciativas el decreto, que ha de ser refrendado posteriormente en el Parlamento por mayoría simple, contando con 84 votos afirmativos y toda una bancada expectante.

Dicho así resulta casi imposible entender que pueda hacer algo, aunque no infravaloremos a un gobierno que cuenta con un presupuesto aprobado sobre el que perfilar sus diferencias y una iniciativa en la que hacerse mojar a sus “socios” con el voto, pudiendo reprochar sus movimientos en unas inminentes elecciones generales.

Es así un ‘gobierno de gestos’, en el que sortear las presiones de los socios y con el rechazo de una oposición en regeneración popular, y reestructuración naranja, para la que los tiempos son también muy importantes.

La factura de la corrupción ha acabado con el bipartidismo, la tenacidad de Rajoy en su apuesta por la imagen ha roto su partido, el ansia de poder violeta alimenta brechas en el anticapitalismo andaluz dentro de sus filas, y el tiempo juega en contra para formar una adecuada estructura de partido naranja, que esté libre de ‘pecados de poder’ procedentes de otras formaciones.

En el corto plazo siempre ganan los mismos, los nacionalismos que buscan el beneficio para los suyos a partir de una ventajosa financiación, o lo que es más grave, sacando tajada de las crisis institucionales, como narraban los dirigentes de Bildu al explicar su voto en la censura. Pobre Castilla. Entre las opciones tienen dos ejemplos a seguir: el sentido de Estado Alemán en el que no cabe el beneficio nacionalista o la guerra ideológica italiana que no permite el gobierno ahogado en corrupciones. De momento… somos latinos.

Veremos cómo sigue la mano, ya advertí hace dos semanas que vienen cartas para rojos y naranjas…

 

Blog: El secreto del hormiguero

 

 

Comienza el verdadero juego con Sánchez de mano

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