Sabido es que El Corte Inglés arrastra problemas varios últimamente, unos derivados de los desencuentros familiares para hacerse cargo del negocio, otros por un crecimiento  no suficientemente mesurado del número de establecimientos, otros debido al mantenimiento de un  tradicional y obsoleto modelo  de explotación y, como consecuencia de todo ello, un gran endeudamiento, en torno a los 3.000  millones de Euros actualmente, con escasa posibilidad de aligerarlo a corto y medio plazo, lo que lleva  a que la calificación de su deuda por las agencias de rating no sea la más aceptable.

Cierto es también que la diversificación  no ha funcionado ni rentabilizado en la forma deseada y de ahí la fusión de Hipercor, la venta de la división de informática y de Bricor, el pase al Santander de la financiera y la reestructuración del negocio inmobiliario, salvándose Supercor con la ampliación del negocio a todas las gasolineras de Repsol. Tampoco se llegó a  tiempo en la implantación del comercio online y cuando se quiso entrar en él otros competidores como Amazon le llevaban bastante ventaja.

Los centros de El Corte Inglés albergan en su interior diversos negocios y franquicias sobre todo de marcas de ropa y complementos de los que sobran suntuosos alquileres y comisiones según ventas, controlados todos por una caja única donde se ingresa cada día lo recaudado por todos para liquidar a cada uno lo suyo al final de mes, con lo cual se convierte también en  banquero, administrando a su interés el montante recaudado por cada uno de los negocios instalados..

La diversificación geográfica y con ello entramos en materia en lo que se refiere a Albacete, tampoco ha dado según parece los resultados deseados. Los dos centros procedentes de la compra de Galerías Preciados, calles Caba y Ancha se convirtieron, el primero en centro del Corte Inglés y el segundo en centro de su participada Sfera. Posteriormente y dentro del programa de expansión de Isidoro Álvarez, se estimó que Albacete reunía las condiciones poblacionales y geográficas necesarias para la instalación de un centro de gran volumen y así se hizo, pero manteniendo los de calle La Caba y el de Sfera, más céntricos y por tanto más a mano y en el caso del primero con bastante duplicidad en algunas de sus divisiones, lo que frena bastante el desplazamiento de la clientela  al nuevo centro de Avda. España.

La mala suerte del gran centro comercial de Albacete es que se abrió a las puertas de la crisis que paralizó el país. El desarrollo inmobiliario de la zona creció en la esperanza de la proximidad de El Corte Inglés y de hecho aun puede leerse en muchos de los locales comerciales cerrados el llamativo título de “Nuevo Centro”, al  que se pretendía trasladar el comercio clásico de la calle Ancha. Por suerte, las grúas vuelven de nuevo al paisaje urbano y los alrededores de El Corte Inglés se están terminando de edificar, pero aquí surge de nuevo otro inconveniente con la titularidad de viviendas y locales. En las viviendas hay buena parte de ellas en manos de inversores y destinadas a alquiler, a precios muy elevados y casi imposibles de asumir por la gran mayoría de jóvenes sin posibilidades de adquirir vivienda propia. Otra buena parte ha ido a parar a propietarios, en su mayoría jóvenes y con un poder adquisitivo muy menguado por el importe de las hipotecas. En los locales, entre que ya es difícil montar algo que sea complemento y no competencia a El Corte Inglés y dados los elevados precios de los alquileres, posiblemente los letreros de “Nuevo Centro” se hagan viejos.

Es importante y no sé si se  ha analizado correctamente, el poder adquisitivo de los habitantes de la zona donde se piensa implantar un negocio. En torno al Centro Comercial Los Llanos el barrio creció como la espuma, pero con una población joven hipotecada hasta el cuello, por lo que  poco o nulo porvenir podían tener todos los negocios allí instalados y de hecho gran parte de ellos desaparecieron. Poco más o menos ha ocurrido con Imaginalia, con una gran barriada en continuo crecimiento con un poblamiento similar a los antes descritos y una oferta de ocio que la necesidad de desplazamiento en coche y los controles has llevado a desaparecer prácticamente.

Volviendo al tema principal, la nueva dirección de El Corte Inglés entiende que hay que cerrar un determinado número de centros que generan pérdidas o beneficios insuficientes, entre ellos el de Albacete. Oyendo comentarios de la gente se descubre que  en el centro de La Caba se pueden comprar cosas más interesantes que en el de Avda. de España o que mucha de la gente que viaja a la playa encuentra mejores ofertas en géneros y precios en los centros de Alicante y Murcia. En más de una ocasión he oído  lo de “El Corte Inglés de Albacete parece que está hecho para paletos” por su escasa variedad y mal gusto. Esto se lo debía hacer mirar la dirección en Albacete y los responsables de más alto nivel. Albacete y su zona de influencia tienen  población suficiente para hacer rentable un centro comercial de El Corte Inglés,  pero los directivos de esa gran empresa deben tener en cuenta que mucha gente con poder adquisitivo medio o alto no tiene inconveniente en coger el AVE y trasladarse a Madrid, Valencia o por mayor proximidad Alicante y hacer las compras  de artículos que en Albacete ni se conocen.

En el centro comercial de Albacete se están realizando obras para nuevas instalaciones de negocios, lo que lleva a pensar que los planes para el futuro en la ciudad pasen por cerrar la tiende de calle La Caba y mantener el centro comercial de Avda. de España, con un toque más cosmopolita, necesario para que cualquier tipo de cliente encuentre lo que busca y una vez dentro sea muy difícil salir con las manos vacías.

El Corte Inglés es un signo de distinción para las ciudades de tamaño medio. Tener o no  un “Corte Inglés” significa el paso de ser un ”pueblo grande” a ser una ciudad y de hecho en Castilla La Mancha se instaló en las dos mayores ciudades, Albacete y Talavera y como excepción en Guadalajara como  provincia dormitorio de Madrid. Emiliano García-Page ha dicho en Talavera que ningún centro de El Corte Inglés de la Región se va a ver cerrado. Se habla de gestiones hechas por el Gobierno regional con la directiva de la empresa, confiemos en ello.

Si cierra El Corte Inglés y el “Alba” baja a segunda B volvemos a ser lo que fuimos, “un pueblo grandismo en medio del campo”. Dios no  lo quiera, pero como en el caso del gitano y la lotería: “hay que comprar el décimo”.

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El Corte Inglés, un signo de distinción

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