Hay noticias que en otras ocasiones llenarían durante días las portadas y darían pábulo a editorialistas y columnistas, Caso Gurtel, Cueva de Alí Babá andaluza, incendios en Galicia, aumento de la violencia de género, etc. En otras ocasiones digo, porque en estos días el culebrón catalán -lo más parecido al “Sálvame” de la cinco- llena de tinta los ríos que deberían bajar llenos de agua.

Ya empieza uno a estar harto de este juego del ratón y el gato. Si eres bueno Puigdemont me olvido de lo malo que fuiste.- No soy yo el malo, dice el otro, es el Estado opresor el que no entiende a Catalunya.- Si entendemos a Cataluña, apostilla el primero, es que tú te has salido de madre, de la madre Patria y madres solo hay una.- Que no, Mariano, que madres hay dos, una que nos cobija y nos protege, Catalunya y otra que nos odia, nos roba  y nos abandona, Espanya.- Y entonces, en eso de la independencia, dice Mariano, ¿dónde estáis, en el sí, en el no o en el limbo?.- En el sí pero no, más bien luego, si acaso, es que es por lo del diálogo, le responde Cocomocho.- ¿qué diálogo ni qué puñetas?, grita Mariano golpeando primero y acariciando después la mesa del despacho.-

Suena el teléfono y se oye al otro lado: Oye Mariano, que digo yo que si Cocomocho convoca elecciones nos quita un peso de encima, porque claro, a ver quién convence a mi  Margarita de que el 155 es legal y oportuno en esa tesitura; además Riverita saltaría de contento y no digamos de Miquel Iceta.- Pues creo que sí, Pedro, pero el del mocho solo habla de diálogo y de tú a tú,  conmigo, con el Presidente del Gobierno de España, ¿qué te parece?.- Pues que hay que darle una oportunidad, Mariano, que nos quitamos el muerto de encima y que lo arreglen los jueces, vamos a invitarle a que vaya al Senado y se explique; mira, le ponemos un reportaje del patio de Alcalá-Meco con toda la chusma y de una de las celdas de castigo con las paredes pintadas de rojo y gualda y cada hora sonando el himno nacional, verás cómo se vuelve a Barcelona y convence a tirios y troyanos de que lo mejor son elecciones; lo tenemos a huevo, Mariano, a huevo.-

Marca Mariano pausadamente el teléfono y al oír “sí, Presidente” frunce el ceño y dice: Oye, Pío, vas a invitar a Puigdemont a una visita turística al Senado y de paso le das la oportunidad de que explique a los senadores qué es eso del sí y el no y en entre tanto, a ver si ya se decide a convocar elecciones y nos quitamos de encima  este calvario, que ya me hierven los sesos de tanto darle a la cabeza de por dónde saldrá el jodido éste y cómo atajarlo.-

Suena al rato el teléfono; sí, dime Pío.- Pues mira Presidente, que me dicen del Gobern que Puigdemont mañana tiene unas butifarras con los payeses del Valle de Arán y el miércoles confesión general con el abate de Montserrat. El jueves podría venir pero le ha dicho la del desodorante (entre nosotros, esa tía es un antídoto contra la lujuria) que primero Parlament y luego si sobra tiempo lo del Senado opresor y que podría venir el viernes por la tarde porque por la mañana preside otra gran manifa por la libertad de los “Jordis”; que si podemos retrasar lo del Senado hasta la semana próxima porque si no, el sábado convoca al Parlament y a lo mejor les invita a votar lo que nosotros no queremos. ¿Qué hacemos, Presidente?.- Bueno, bueno, dice Mariano pasándose la mano por la barba, hoy es martes, Pío, ya veremos mañana o pasado, a lo mejor anula algún compromiso y se decide a venir; si acaso, veremos qué es lo que hace el sábado y luego… pues luego decidimos …

Así llevamos mes y medio y yo al menos estoy hasta los mismos de este culebrón, cuyas conversaciones anteriores imagino y que parece que cada día se escribe el capítulo de lo que el respetable y los medios están esperando; sobre todo los medios de comunicación y los tertulianos a sueldo, que no se van a  ver en otra. A ver si de una vez se hace caso a lo que dijo en Rey, en Madrid y en Oviedo y se pone a los traidores en su sitio que no es otro que la cárcel; se pone orden en las escuelas y en la TV3 y la gente vuelve a vivir como vivía años atrás, sin predicadores, salvapatrias, ladrones y “putas mal folladas”, como se autodefine alguna. Que sí, Mariano, o acabas con el culebrón o el culebrón acaba contigo, que la paciencia tiene un límite.

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El culebrón catalán

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