Comienzo este artículo confesando que la única vez que he disparado un arma de fuego fue en la mili y con muy poco éxito. Mis abuelos y mi padre no fueron cazadores y mis hijos y yo seguimos por el mismo camino. Es más, reconozco mi inutilidad al punto en que no fui capaz jamás de matar un conejo de los cientos que criaba mi padre en el corral.

El hecho de que la caza nunca formara parte de mi diversión o entretenimiento no ha sido razón para estar en contra de esta actividad ni de quienes la practican. La caza es la base de la cadena alimentaria de todas las especies animales carnívoras, hombre incluido y si del hombre hablamos, él  hizo lo mismo que vio hacer a otras especies hasta que se convirtió en  recolector y pudo diversificar su dieta. Si los de PACMA hubieran vivido en el Paleolítico, a buen seguro que andarían matando búfalos y elefantes y cualquier otro bicho que se cruzara en su camino, aunque después convocaran una “manifa”

La Real Federación Española de Caza convocó el domingo pasado, 15 de Abril, una manifestación a nivel nacional con el lema “Sí a la caza, nuestra forma de vida”, que fue secundada en más de cuarenta ciudades por cientos de miles de ciudadanos, que ejercen una actividad legal y muy regulada y que están hartos de aguantar a quienes, escondidos en el anonimato de las redes o los cuatro que dan la cara en la calle, les traten como asesinos. Los manifestantes han pedido que se declare la caza como “manifestación cultural representativa de la humanidad” y piden protección al Gobierno y que se reforme el Código Penal para atajar las manifestaciones de odio que se extienden por la red,  procedentes de asociaciones animalistas en parte subvencionadas por otras de igual carácter del centro y norte de Europa.

La caza forma parte de la historia y la cultura de la humanidad y en la actualidad y sin salirnos de nuestra piel de toro es una afición, deporte o esparcimiento  que practican alrededor de un millón de personas, que genera nada menos que 4.000 millones de Euros y mantiene en torno a los 60.000 empleos y si hay alguien que se preocupa y cuida de que los entornos no se deterioren ni las especies se extingan son los propios cazadores por propio interés, con las consabidas excepciones de desaprensivos y advenedizos de estos años de vacas gordas que han destrozado algunos cotos privados y sociales.

La caza es el mejor medio regulador de la superpoblación de algunas especies que están causando verdaderos estragos en los cultivos. Jabalíes y conejos arrasan los campos de cereales y vid y los ciervos destrozan o tronchan los árboles más jóvenes; los lobos que los ecologistas se empeñaron en repoblar van a terminar con las pequeñas y familiares explotaciones ganaderas, pero todo eso no importa a los animalistas y ecologistas de asfalto, urbanitas en su gran mayoría, que no conocen el campo ni como se mantiene ni que leyes naturales lo regulan.

Por otra parte, si alguien no ha borrado de su mente la imagen tan recreada por el cine de la caza y el señorito, es el momento de reconocer que hoy la caza tiene un carácter social más que nunca. Los cotos sociales permiten su práctica a quienes menos tienen y en los privados hay opciones para todas las economías. Me extraña que los políticos socialistas no hayan manifestado su apoyo aun sabiendo que buena parte de colectivo rural de cazadores son simpatizantes suyos. No me extraña en cambio la actitud de los podemitas, urbanitas en su gran mayoría que tienen seguramente dificultad para distinguir una gallina de un gallo pero se identifican con la ñoñería puesta de moda por tanto ignorante de la naturaleza como pulula por las ciudades y ya también por los pueblo en fines de semana, disfrazados de cualquier cosa. En las manifestaciones contra la caza convocadas  el 4 de Febrero en toda España no había más de veinte personas en cada una, eso sí, las redes hervían; allí no se da la cara.

No es de extrañar tampoco que la ñoñería del monaguillo de Bono, contagiada con la blandura de ese podemita –que habla como los curas- estén desarrollando una ley de caza para la Región que ya está siendo contestada por todo el colectivo de cazadores y  que han convocado para el día 8 de Mayo manifestaciones en toda la Región para bajar del burro  a Page y a sus Consejeros de salón y hacerles volver a la razón y a la realidad. Que sí Emiliano, que los jabalíes me destrozan la acequia, los ciervos me tronchan los chopos, las palomas me anidan en el canalón de la casa,  el horrible perro de mi vecino, que siempre está en la puerta, se me tira cuando paso y por mi barrio , “residencial”, donde debe haber muchos animalistas, como vayas mirando al cielo acabas pisando alguna.

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El hombre y la caza, una historia paralela

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