Siempre que me hacen una entrevista (ninguna) sobre el contenido de mis artículos, digo que es el artículo el que me elige a mí y soy yo el que quiere que me elija el artículo (¿tendré que pagar derecho de autor por la ingeniosa cita?). Voy a transgredir una norma dictada acertadamente, que aconseja no escribir con la bilis alterada. Pero no se puede ser pachorra ante tanto acontecimiento que está sucediendo en esta España, no se sabe de quién,  aventada por nacionalismos emocionales. Machado ya no diría a los españolitos que vienen al mundo, que una de las dos Españas ha de helarles el corazón, sino muchas. No voy a establecer orden de importancia;  todos los hechos que hieren la convivencia, me alteran como  a un buen yayoflauta. Sería sorprendente que volviera a ver los “botijos” o “lecheras” (que narra Almudena Grandes en su muy buen último libro), que ya he citado en algún artículo, y que son las cubas de agua, que se arroja a presión por la Policía, para disolver manifestaciones.

Este artículo va de nacionalcatolicismo, esa doctrina que parece que murió en 1975, pero ¡quiá!. Comienzo por lo segundo, la religión católica que  dejó de ser oficial…

Leo que el Tribunal Supremo ratifica una sentencia, por la que no procede quitar una  condecoración, que el Ministerio del Interior había otorgado a la Virgen del Amor hace tres años. Contra esta sagrada decisión ministerial de otorgar ese gran honor, recurrió una asociación para la defensa de un Estado Laico. Perdió en primera instancia y ahora en la suprema. Después del asombro, me pregunto si es que la Virgen actuaba como confidente de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y si les decía desde las alturas dónde estaban los malos. ¿Y cómo le compensaban las confidencias; con velas, rosarios y procesiones?

Tampoco me he repuesto, y hace casi un año, de la entrega  de la medalla de Oro de la Ciudad de Cádiz impuesta por su alcalde, Sr. Kichi, de Podemos, a la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad, a propuesta de la Comisión de Honores y Distinciones. Y si de rizar el rizo se tratase, el máximo dirigente de este Partido, el Sr. P. Iglesias, defiende la decisión porque “es ¡laica! y alude al carácter de dignidad popular”. “Me lo explique”, que diría el gran Forges, pero bajando la calidad literaria de su aclaración, para que esté a mi alcance. El que lo desee que se lea en la Constitución Española (la misma que contiene el artículo 155 y más, hasta 169),  lo de que España se constituye en Estado Aconfesional y Laico, por la que ninguna confesión tendrá carácter estatal. Artículo 16,3.

Y ahora vamos con el folklore nacionalista; hay más pero resumo en dos. Uno en el desfile de Ágatha Ruiz de la Prada, independiente de la colección, que allá cada uno con sus gustos, destaco  el vestido de esta señora, enfundada en la bandera nacional española y el colofón, desfilando con el himno nacional español, con proyección de los colores rojo y amarillo. ¡Ea! a tocar la vena patria para vender.

Otro, la gloriosa iluminación patriota que tuvo la buena cantante, Marta Sánchez, al ponerle letra al himno español. Seguro que se le ocurrió en su Miami, donde tributa, cuando no cobra en negro. No se puede ser más oportunista, tratando de aprovecharse del patrioterismo con una letra hortera, sin valor literario, cursi, sensiblera y eso sí, con Dios por delante. Y claro, la puesta en escena con un vestido totalmente de rojo. Alguna señora más le copió el look en la inauguración de la feria Arco, vistiendo como la Mujer de Rojo (¡ah Kelly LeBrocq!, volviendo loco al genio Gene Wilder). De asombro en asombro, leo la loa por su exaltación al nacionalismo, que le hacen el Sr. M. Rajoy y el Sr. A. Rivera. Me falta lo que piensa al respecto el Sr. P. Sánchez, pero a la vista de lo bien que le va con su inacción al primero, ganando siempre las elecciones, le ha copiado el dontancredismo y punto en boca.

Termino con el señor que encarnaba de lleno la palabra objeto del artículo y que entraba a las iglesias bajo palio, como el Santismo, no iba a ser menos. En mis viajes por Italia y Alemania, he preguntado si hay alguna fundación privada, como la que se creó en España con el nombre de Francisco Franco, con los  de Mussolini o Hitler. Claro, con su negativa, me han mirado con el respeto a un demente senil. Y si además dices que un gobierno democrático, el de Aznar en 2002, concedió ayudas a varios proyectos de la Fundación, al objeto de difundir la memoria y la obra de ese señor, y que se volvió a  donar  también en 2003, se quedan con la boca abierta. La Fundación utilizó el Pazo de Meirás  para elogiar la grandeza del señor que honran, por lo que fueron multados por la Xunta de Galicia, que es del PP. Se presentaron el año pasado 218.800  firmas en el Congreso,  para ilegalizar la Fundación, por parte de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Veremos.

En estos días se están exponiendo dos figuras labradas, las de Isaac y Abraham.  No me resisto a contar, del libro del Génesis, que Isaac significa “el que me hace reír”, que es lo que dijo Sara, su madre, cuando supo que con 90 años iba a tener a este hijo, su primogénito. Su esposo, Abraham tenía 100. Decidieron, por responsabilidad, no tener más hijos. Luego éste lo quería dar en holocausto a petición del Altismo (Isaac, engañado, cuando iba al altar, creía que iba a ser un cordero el sacrificado), pero al ir a sacrificarlo, un ángel lo paró, como si fuese una película de Tarantino o Hitchcock;  hay que ver que ganas de hacer sufrir al pobre centenario. Este hecho es reconocido por el cristianismo (como prefiguración del sacrificio de Cristo),  judaísmo e Islam.

Pues bien, estas figuras estaban en el pórtico de la Catedral de Santiago y cuando la esposa de D. F.  Franco, las vio en un viaje, le dio ganeta de tenerlas, se lo dijo a su marido y éste al alcalde, que no tuvo más remedio que arrancarlas y regalárselas. Menos mal que no se encaprichó de la Sagrada Familia, posiblemente porque se le hubiese llenado El Pardo de albañiles y japoneses. Su esposo también se prendó del brazo incorrupto de Sta. Teresa y allá que se iba con su reliquia a todas partes. El Sr. Franco mandó construir un mausoleo imperial en Cuelgamuros, cerca de El Escorial, para honrar a los héroes fallecidos y mártires de la Cruzada, según decreto fundacional aparecido en el BOE del 1 de abril de 1940 (justo al año del fin de la Guerra Civil), que fue inaugurado también otro uno de abril,  20 años después de la terminación de la contienda. El Papa Juan XXIII elevó el rango de la iglesia anexa al monumento, declarándola Basílica. La tumba del Sr. Franco está en lugar preferente, en el Presbiterio, entre el Coro y el Altar Mayor, con petición expresa de enterramiento al Abad por parte del gobierno de Arias Navarro, en 1975, ratificada por el Rey Juan Carlos.

El Abad Superior, desoyendo actualmente una sentencia judicial, no autoriza una exhumación solicitada por los familiares de un enterrado, que fue llevado allí sin el con sentimiento de la familia, como otros numerosos fallecidos del otro bando de la asonada, aunque no eran “héroes y mártires de la Cruzada,” para hacer cuota y decir que hay enterrados de los dos ejércitos contendientes, esgrimiendo que no quiere que le estropeen su iglesia.

Cuando este artículo se estaba imprimiendo, tuve que parar la rotativa, para decir que se ha presentado una demanda, para demostrar que hubo un extraño contrato de compra-venta del Pazo de Meirás (aunque siempre se nos había dicho que fue adquirido, por suscripción popular, a los herederos de su anterior propietaria, Sra. Pardo Bazán y donado al Sr. Franco), por parte del adquirente, Sr. Franco, que lo invalidaría, ya que este edificio estaba declarado  como Bien Público en 1938 y que le afectaría la Ley de Patrimonio Nacional de 1940, dictada precisamente por el Sr. Franco un año antes de su adquisición.

¡Manda carallo!

 

 

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