Me hago eco de las quejas de todas las partes relacionadas con el farragoso asunto de obtener el permiso de conducir, autoescuelas, alumnos y examinadores. Es mucho lo que se ha escrito sobre esto pero no quiero contaminarme de ello y simplemente voy a decir lo que desde hace tiempo pienso al respecto.
El permiso de conducir es algo que debería ser obligatorio y exigible en cualquier tipo de actividad profesional, en un país como el nuestro que es el cuarto mundial en número de vehículos por cada 1.000 habitantes, 480; por detrás de Italia, 600; Alemania, 510 y Francia, 495 y por delante del país de los coches, Estados Unidos, con 439 o Japón con 450.
En los programas de educación primaria y secundaria se debe implantar como materia obligatoria la educación vial, con todos los conocimientos sobre la misma que se imparten en las autoescuelas y que permita en el segundo nivel, la ESO y una vez superadas las evaluaciones y haber cumplido la edad de 16 años, obtener lo que ahora se conoce como el “teórico” del permiso de conducir.
A partir de ese momento se debería facilitar el acceso a la segunda fase, el “práctico”, sin que ello suponga un desembolso para las familias ni un negocio para la Administración ni para las autoescuelas, de cuyas irregularidades y picaresca podría escribirse una enciclopedia si es que ya no está escrita.
En los tiempos que vivimos ya no sirve la escusa de que es un sector que mueve tanto o cuanto o que mantiene tantos o cuantos puestos de trabajo. En España hay en torno a las 9.000 autoescuelas que dan trabajo a unas 36.000 personas y mueve alrededor de los 20 millones de Euros. Cualquiera de las reconversiones industriales se llevaron por delante muchos más puestos de trabajo pero fueron necesarias para seguir siendo competitivos. En este mundo que se mueve tan rápido lo que hoy está en plena actualidad mañana estará obsoleto y en desuso y los modelos de producción deben adaptarse a lo que la sociedad demanda en cada momento.
La mecanización, la robptización, la informatización y otros elementos de producción de nuestra época nos abocan a una reconversión continua de los sectores productivos y en el caso que nos ocupa, el sistema de obtención del permiso de conducir ha quedado obsoleto por cuanto que una necesidad imperiosa de la sociedad se ha convertido en un calvario para los miles y miles de solicitantes y sus familias, un negocio para el igualmente obsoleto de las autoescuelas y una fuente de ingresos para la Administración que ya tiene a los contribuyentes españoles cosidos a impuestos. El Estado debe encontrar otra fórmula para capacitar a sus jóvenes en un modelo de formación integral en la que la informática, la economía básica o el permiso de conducir, entre otros, sean imprescindibles.
De la movida de los examinadores y su irresponsabilidad también se ha escrito bastante. Posiblemente en lo único en que lleven razón sea en la adecuación de su plantilla a la demanda de solicitantes del permiso de conducir y en esto como en otros casos de la Administración, el Gobierno no parece que esté muy preocupado por la efectividad de la Administración Pública de cara a sus administrados. Por lo demás, los examinadores son unos funcionarios más, con unos sueldos y complementos como cualesquiera otros funcionarios según su categoría. La ventaja de estos es que se han constituido en grupo de presión copiada de colectivos como los controladores aéreos, maquinistas de Renfe etc. y no vendría mal recordar cómo un Ministro socialista nada sospechoso ideológicamente, José Blanco, puso en solfa a los controladores.
Como anécdota cabría destacar que si el permiso de conducir se hubiera podido obtener en los Institutos o en la Universidad, ahora tendríamos un Delegado de la Junta en Albacete, Pedro Antonio Ruiz Santos, que podría desplazarse de su casa al trabajo o a comprar en Mercadona conduciendo su propio vehículo; pero como no dispone de carnet de conducir, se ve obligado a permanecer de por vida en la cuestión política aunque solo sea por el transporte en coche oficial.
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Examinadores y la pesadilla del permiso de conducir

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