25 enero del año 37 d.C.

¡¡¡Tocotoc, tocotoc, tocot, tocotoc, tocotoc, tocotoc, broom, crac, zas,sooo, plash, liiih, uy, uy, ay,ay!!!

-Si es que van como locos, y ya tienen cierta edad los tres jinetes-. Dice uno de los muchos comerciantes que estaban a la entrada del zoco de Damasco, en la puerta del templo arameo de Hadad (luego de Júpiter), y que, despavoridos, salieron corriendo al ver el tropel de equinos que se abalanzaban sobre ellos, cayendo, caballos y cabalgadores, por el impacto de un rayo cercano.

-No han tenido en cuenta el día, con lluvia, rayos y truenos y que estamos en enero. Seguro que van con herraduras de seco. Haremos un escrito a la asociación de comerciantes para que instalen bolardos, impedir el acceso y hacer la zona peatonal.

-No va a ser tan fácil, pues Calígula, ha trasladado la capitalidad a Petra. Serán los nabateos quienes nos gobiernen.

-Malditas autonomías. Estos romanos, ¿qué más van a inventar?

Mientras tanto, équidos y caballistas, entonaban una sinfonía de relinchos y ayes y un conjunto disjunto de cuerpos magullados. Dos de los jinetes se levantaron y con sus monturas se marcharon, mascullando algo de que ya habían terminado su contrato, custodiando hasta aquí al que parecía ser el jefe y que estaba delirando. No habían descansado desde que estuvieron los tres en Jerusalén el 26 de diciembre del año anterior, viendo como lapidaban a Esteban, al que habían entregado por ser cristiano, una religión que empezaba con fuerza, al igual que a muchos otros hombres y mujeres a los que amedrentaban.

Los cuatro espectadores por fin se apiadaron del jinete malherido, que deliraba y, asombrado, hablaba solo mirando hacia el cielo. Vieron que llevaba un extraño ropaje, todo de negro, con un sombrero que parecía una chimenea, también negra. No soltaba una gran bolsa que ponía “Recaudación de Moha-Mhon Toro”. Bien lo conocían, pues recaudaba en el zoco unos impuestos, excesivos, que servían para ser explotados. Comprobaron que, además de delirar, no veía. Era fácil caer en la tentación de abandonarlo después de haberle robado, pero, que faena, eran cristianos y no podían hacerlo. Sí vieron que tenía en la bolsa, saliéndose, además del dinero, muchas epístolas para escribir y un listado de direcciones, escritas en griego, arameo y latín.  Dieron prioridad a su estado mental y lo llevaron a la calle Recta donde había un sanador llamado Judas. Lo desnudaron para limpiarlo  y comprobaron que era judío…

Continúo delirando tres días, sin ver, sin comer, sin beber y hablando solo, exclamando: “¡¿Qué quieres de mí, qué quieres de mí?!”

Uno de los presentes dijo que conocía a un sanador de los ojos. Fue a su casa. En la puerta ponía “Ananías-Flelú”. Lo llevaron a la calle Recta, también llamada Derecha. Observó al paciente y dijo: -Por mi profesionalidad lo voy a atender, pero la ley me obliga a saber quién es-. Hurgaron en la bolsa y vieron una cédula romana que decía:

Praenomen-                    Saulo  (Judío).

-Cognomen-                     Paulus (Romano)

-Lugar de Nacimiento-    Tarso – Cilicia (Provincia de Mersin)           

 

Nota del escribidor.- Las fechas y lugares son reales, al igual que “casi” los nombres. El lugar donde supuestamente Pablo recobró la vista, también existía cuando fui. El letrero de la puerta de A-Flelú, no. Nació en la actual Turquía pero tenía la nacionalidad romana, razón por la cual fue decapitado, por ser cristiano, como deferencia (sic) entre el año 58 y 67, siendo Nerón emperador que  tenía veintitantos años (murió a los 30), cerca de Roma, en Ostia, lugar donde también apareció muerto P. Paolo Pasolini en 1975, a bastonazos. En Petra no encontré documentos de la solicitud de los del zoco. La autonomía les duró hasta el año 106 d.C.

Historia real, teatralizada

La Opinión | 0 Comments