Los caprichos de Sánchez

El Doctor Sánchez había programado un Consejo de Ministros en Barcelona como un detalle de acercamiento, diálogo, entrega, bajada de pantalones etc. etc. con tal de conseguir el voto favorable a los Presupuestos. Dinero a espuertas  y hasta un regalo de la ministra Celáa –la segunda más fea del gabinete si Tezanos hiciera las encuestas como Dios manda- permitiendo decidir a Torra las horas de castellano en los colegios, o sea, ninguna.

El Doctor Sánchez creía que con este gesto iba a contentar a quiénes lo mantienen en Moncloa, que debían entenderlo como muestra de agradecimiento. Trasladar la vaca nacional a Barcelona para ordeñarla allí y repartir la leche, esa era la idea, pero el ocurrente monclovita o está muy desesperado o no se entera de lo que se llevan entre manos el tándem Puigdemont & Torra.

El golpista, fascista, xenófobo, y tonto de solemnidad que el pseudoNapoleón tiene puesto al frente de la Generalidad, desoyendo a quiénes le aconsejan volver prudentemente al redil y haciéndose eco de la propia desesperación de su mentor, se ha tomado la dádiva de Sánchez como una afrenta –quien da de comer a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro- y está removiendo Roma con Santiago azuzando a su ejército de kale borroka –seis mil según ellos mismos dicen- para aguar el Consejo de Ministros haciendo ver a propios y ajenos quién de verdad manda en Cataluña.

Contrariado el Doctor Sánchez por la salida de Torra, va y dice que por sus reales hace el Consejo en Barcelona y coincidiendo además con el aniversario de la victoria separatista en las elecciones mal convocadas por Rajoy y ganadas amargamente por Inés Arrimadas. Torra no le cede ningún espacio público para el evento, Sánchez prescinde sin razón de los edificios del Estado y pide prestada una sede a los empresarios catalanes, que la cobrarán cara de una u otra manera. Aún así vuelve a pedir una entrevista a Torra –a solas para que no trascienda la calzonada- y éste se desmarca exigiendo hablar de tú a tú y de todo lo divino y humano, vamos, una cumbre catalano-española para hablar del “cat exit”.

Mientras tanto y con los CDR organizados según mandan los cánones de la lucha callejera, los Mossos de Esquadra favorables a la causa se dan de baja en una suerte de “fiebre azul” para evitar dar palos a los suyos y dejar a los “constitucionalistas” junto a Guardia Civil y Policía Nacional la difícil y peligrosa tarea de defender el orden sin provocar actuaciones más allá de las necesarias, que pueden utilizarse como propaganda mediática del independentismo. La Vicepresidenta Calvo –si la cara es el espejo del alma, sería el alma más diabólica en la encuesta Tezanos- va y nos dice que el Consejero de Interior Miquel Buch le garantiza todo lo garantizable, es decir nada, porque si no, a cuento de qué movilizamos  a los Cuerpos de Seguridad del Estado.

Tener que enviar a Cataluña 9.000 efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado  cuando la Generalidad dispone de un colectivo de 16.000 Mossos de Esquadra, que entre otras cosas están obligados a mantener el orden, supone un auténtico fracaso de la política de bajada de pantalones del Doctor Sánchez. Nueve mil policías y guardias civiles que aparecerán ante los medios internacionales como la salvaje respuesta de un gobierno español opresor, que no encontrarán alojamiento digno –volverán al barco- ni serán replegados en un plazo corto de tiempo. 9.000 agentes que pasarán la Navidad lejos de sus familias solo por el capricho de un iluminado que pasará las suyas viajando en el Fálcon a Doñana y Lanzarote.

El coste económico, la quiebra de convivencia, las alas al independentismo más cerril de las CUP y CDR, el ridículo ante el desprecio del impresentable Torra y la imagen de una Navidad altamente conflictiva es pagar demasiado por el mero capricho de un iluminado –en esto Torra y Sánchez parecen gemelos-; un iluminado al que España le importa un carajo y ha ocupado la Moncloa para hacer turismo con la señora, dejar en manos del ”Gobierno bonito” cuantas ocurrencias les vengan a la cabeza y aguantar contra viento y marea. Mientras tanto nueve mil familias españolas no van a pasar juntos la Nochebuena porque a este “Narciso”  se le antoja el capricho de montarse un espectáculo en Cataluña para después disfrutar plácidamente su Navidad en Doñana y Lanzarote, a bordo del Fálcon donde hasta el caviar ya es secreto de Estado.

Caro nos está saliendo el alquiler de Moncloa a este manirroto pagador de caprichos propios con el dinero de todos. Ni le deseo feliz Navidad  ni venturoso año nuevo. Mi deseo para el próximo año es que, quién hizo bueno a Zapatero se vaya a hacer puñetas y nos deje en paz. Solo eso.

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