Y fue tanta la ambición, / tanto mirarse al espejo,  / que incitó a la rebelión / y entre barón y barón / lo dejaron sin pellejo.

Ríos de tinta se han consumido escribiendo del personaje y es que no es para menos. Pedro llegó a la cima del  PSOE siendo menos “don nadie” que Zapatero; tampoco mucho menos y a ambos les sonó la flauta por casualidad. A Zapatero porque Alfonzo Guerra se la tenía guardada a Bono y culminó su venganza –luego se hartaría de llamarle Bamby-. A Sánchez porque era teóricamente el más inocuo e insustancial de los tres candidatos, Pérez Tapias, Madina y él. Como en el caso anterior, desde Al Ándalus partió la consigna y antes por Guerra y después por Susanita lo cierto que en ambas elecciones, dirigidas más con el corazón que con la cabeza en el primer caso y más por interés personal que por la valía del candidato en el segundo, acabaron llevando al PSOE  casi a la desaparición.

Pero Zapatero tuvo más suerte que Sánchez. El “Comando Rubalcaba” dio un golpe de efecto-por no llamarle de otra forma-  y en medio del estupor creado por la tragedia  del  11-M, se salto a la torera la jornada de reflexión y arremetió contra el candidato popular, al que alguien se había encargado de  equivocar facilitándole información falsa,  y volvió contra él todo el peso de la catástrofe. Zapatero ganó unas elecciones que deberían haberse  pospuesto  y que  por la utilización partidista de la jornada de reflexión  deberían haberse declarado nulas. Pero en fin, a cada cerdo le llega su sanmartín, dice el refrán y el supuesto urdidor de la trama tuvo que marchar pocos años después,  una vez caído Zapatero, con la cabeza gacha tras haber obtenido los peores resultados en la historia del PSOE.

Pedro  Sánchez “El Breve” no ha tenido la misma suerte. Se complicaron la vida con las primarias convirtiendo al PSOE en un partido asambleario. Salió adelante sin méritos propios sino por el empuje de Susanita, marginó a sus oponentes y se empeñó en hacer un partido compuesto por fans seguidores del líder. Zapatero ganó las elecciones y repartió cargos y prebendas. Sánchez  no ganó ninguno de los comicios durante su mandato y solo repartió promesas; esa es la gran diferencia entre uno y otro porque por lo demás, ambos llenaron sus propios cementerios políticos antes de ocupar su propio nicho.

Dice Odón Elorza que esto ha sido un éxito para Sánchez porque volverá con fuerza a las primarias y será elegido por la militancia. No sé si se trata de una profecía o de un simple deseo, de todas formas creo que de aquí a la próxima asamblea general los barones más críticos ya se encargarán de aleccionar a sus huestes y cerrar el paso definitivamente al que más daño ha hecho al PSOE en menos tiempo; véase, ha estado a punto de caer en manos de Podemos que lo han ridiculizado a placer;  ha dividido al partido de tal forma que tardarán tiempo en cicatrizar las heridas;  lo ha dejado arruinado hasta el punto de que hablan de vender la sede de Ferraz; ha estado a punto, en contra del mandato del comité federal, de aliarse con los enemigos de España, podemitas e independentistas; ha retorcido el tiempo con patrañas imposibles solo con la vista puesta en Moncloa, que era su única meta aparte de mantener el poder a toda costa;  se envolvió en la  bandera cuyo significado se ha pasado por el arco del triunfo permitiendo  gobernar a los que las queman y cogobernar incluso con ellos; ha elevado el narcisismo a la máxima expresión y para ello se ha rodeado de palmeros y soplagaitas. En fin, que decir de Pedro “El Breve” que no se sepa; que ha dejado el PSOE como un rastrojo en el  que los podemitas se encargan de sembrar de cizaña y los militantes  de labrar surcos en todas direcciones. En el PSOE van, como se dice en mi pueblo, dos por tres calles, con la abstención como mal menor, las elecciones como mal mayor y el tullido sin dejar de dar por saco. Dice el refrán que lo malo si breve menos malo; Sánchez ha sido una pesadilla para propios y extraños salvo para Podemos, que ha sido un juguete. Descanse en la paz de la quinta fila.

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Pedro el breve

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