Dalí.- Esta era una persona muy singular, normal de comportamiento, que no entra dentro de esa fauna, pero lo destaco por su dedicación. Era cojo, con gran sentido del humor, pues de sí mismo decía: “dónde vaya, yo cojo”. Fue aparcacoches en el Restaurante Casa Paco en la Carretera de Circunvalación (vivía en ese barrio) y en el aparcamiento que existía enfrente del Gran Hotel. Tenía largo, cuidado y engominado bigote, de ahí el apodo. Siempre sonriente. Recuerdo un atraco que hubo en el antiguo Banco Exterior en el Paseo de la Libertad. Con  gran visión, cogió las riendas del tráfico y lo desvió, facilitando, en consecuencia, la detención de los atracadores. Le otorgaron la Medalla al Mérito en el Trabajo. Desconozco si algo tuvo que ver la anterior acción.

La Tonta de La Gineta.- Era una persona, como otras varias, que venía a hacer la capital a diario. Invertía en bus lo ganado, no era tan tonta, pero así se la llamaba y la chiquillería iba detrás de ella jaleándola, así como las gracias e intento de baile que pretendía hacer. Ésta, además, alguna que otra vez, se llevaba el regalo  de la preñez.

Fidel.- Un acosador pre-moderno. Con su pelo estirado, atildado y tocando el culo,  con disimulo, a toda la que se ponía a su alcance.

Manolo.- Era de los últimos personajes de la saga. Más bien gordito, cara afable, sonriente. Destacaba por ponerse en la puerta de algunas cafeterías, como La Española, a la hora del desayuno y la merienda. Como ya se sabía su debilidad, los bollos abiertos con nata dentro, le ofrecías uno y con cara de gusto y ya relamiéndose, le decía al camarero: “Pero con mucha nata, mucha nata, que me gusta mucho”. Con una voz aflautada y cadenciosa. Perseguía a una moza determinada, también en eso era fiel.

Tin.- También de carácter bonachón. Su característica era que se ponía delante de la banda de música, sobre todo la municipal de Albacete, e iba dirigiéndola, antes que su director, moviendo sus manos.

La Cachonda.- Dejo para el final a esta saga. La matriarca, así era conocida. A pesar de su carácter serio y rígido, sobre todo con su marido y resto de su familia, era generosa con lo poco que tenía. La recuerdo con su espuerta de piñones, buenísimos, ya desgranados y asados, con harina, aunque también con las piñas enteras, en la esquina de la calle Baños con Feria.

Perico.- Hijo de La Cachonda. Era el jefe de la banda juvenil más fuerte y peleona del barrio de la calle Baños y limítrofes. Toda la chiquillería quería ser de esa banda ganadora que, por otra parte, no producía desmanes en el poco mobiliario urbano que había, ni asaltos a domicilios o comercios, únicamente peleas con otras bandas, a pedradas a mano, tirachinas u hondas. Los del barrio de la Guardia Civil, colindante, tenían armamento más avanzado, pues disponían de escopetas de perdigones. Las peleas, más que urbanas, se desarrollaban en el amplio corralón donde actualmente se encuentra la Iglesia de la Asunción y la urbanización Cervantes y que daba a  cuatro calles. Fue un destacado chapista, ya jubilado.

La Tomata.- Hija de La Cachonda. Era muy gorda y únicamente se paseaba sin pedir, ni hacer nada destacable.

Genoveva.- Hija de La Cachonda. Llego a ser cantante de cierto nombre. No tanto como otra artista del barrio, Lolita Caballero que más tarde se llamó y se llama, Dolores Abril y que casó con Juanito Valderrama, haciendo dúo con él, vamos que ni Pimpinela, pues ya hacían “enfados” de pareja, tipo matrimoniadas. Las recuerdo cantando en directo en los programas cara al público de Radio Albacete, EAJ 44, en su pequeño estudio de la calle Mayor.

Pepe.- Hijo de La Cachonda. Marchó a Alicante donde tenía en pupilaje a varias asalariadas del amor. Era bajo, trajeado siempre, con buenos coches que contrastaba con la casa donde vivía la familia, conocida como el corralón de los gitanos, aunque no lo fuesen. Era   muy serio y andar seguro con zapatos abotinados con mucho tacón. En la actualidad vive pacíficamente, como siempre,  en Albacete.

María.- Otra hija de La Cachonda, la última. Siguió  la saga con un hijo que tuvo extramaritalmente, con un prohombre de Albacete. Su cometido, perseguir a su hijo, al grito de: “Antoñiiico”, ya que siempre se escapaba de casa. Algo le daba mi madre. Recuerdo con horror y asco que decía que me había amamantado, junto  a su Antoñiiico y que me cuidaba de pequeño, haciendo las labores de la casa, cosa incierta totalmente. Decía que bien tranquila podía irse mi madre, que no se iba, pues ella se quedaba a mi cargo. Nunca pasó de la puerta, pasaba por ella únicamente  a ver que caía.

Antoñiiico.- Nieto de La Cachonda e hijo de María. Alto, delgado, hablaba con monosílabos, balbuceaba. Siempre corriendo no se sabe dónde y perseguido por su madre a la que mandaba a la mierda volviendo la cabeza, siguiendo su marcha. Murió atropellado por un autobús, en una escapada a Alicante. No sé si fue al visitar a su tío, promotor del amor pagado.

Personajes de mi infancia en una ciudad animada (II)

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