Hoy por hoy, la política española es como un tren sin estación término. Y los viajeros, que somos millones de ciudadanos, no sabemos exactamente donde pretenden dejarnos los responsables que manejan la máquina. Da lo mismo el destino elegido, ni por los oscuros  túneles que nos harán pasar, aunque en la ruta inicial no aparezca ninguno.

Esto es más tenebroso que cuando de muy niños nos intimidaban con aquello de “que viene el coco”. La diferencia estriba en que ahora aparecen muchos “cocos” en cada metro de vía. Y todos con sonrisa de prensa para engatusarnos, sin abrir el auténtico libro de ruta, sólo con “salvapáginas”, para “potenciar” aún más nuestra curiosidad por saber qué aventuras encierra ese  extraño vademécum.

Es tanta la confusión, que ni siquiera los periodistas o escritores que andamos hurgando en la actualidad, tenemos la certeza de empezar un trabajo periodístico sin que a los tres minutos y medio, nos veamos obligados a cambiar el texto y la idea del trabajo. El tinglado político de España se mueve más que las olas en Galicia, y azota con un viento tan fuerte y tan puñetero, que es capaz de llevarse por delante cualquier cosa, a pesar del “uso” y disfrute  que algunos dan a la tormenta.

Dicen por ahí las lenguas de doble filo, que la señora Carmena, alcaldesa de la capital de España, llora a moco tendido por los rincones. No le gustan cómo van las cosas (imagine a los madrileños) pero, sobre todo, por los ataques personales  que recibe, supuestamente, por culpa de su dudosa “gestión” municipal y de las continuas meteduras de pata de los chicos y chicas de su consistorio.

El destino del tren informativo tampoco está claro.  Eso ha ocurrido con la dimisión de Esperanza Aguirre, no la de Rita Barberá. Al margen de que luego se pueda demostrar judicialmente la supuesta implicación en trama alguna, el gesto de Aguirre me parece oportuno, lógico y coherente. Ojala que desde hace años, “pescadores” de  un lado y del otro del océano, hubieran hecho lo mismo a tiempo y en situaciones semejantes. Que las ha habido. Mejor le habría ido a España. Y no digamos nada del juicio del “Caso Noos”, donde, los supuestos implicados cantan alto y claro. Al margen de algún posible garbanzo negro, si lo hubiere, casi todos coinciden en que las cosas se hicieron por lo que Urdangarin representaba en la Casa Real. Mientras tanto, siguen los sorprendentes capítulos de la familia Pujol, con su voy y vengo permanente. Y los ERES andaluces, y…bueno, paremos un poco.

Y eso no es todo, porque el señor Hernando, futuro ministro, o vicepresidente, por lo menos, o jefe de no sé cuantas cosas en el futuro nuevo gobierno, mano derecha e izquierda del líder socialista nervioso aspirante a La Moncloa, mostraba el domingo su gran ilusión, casi desmedida, por empezar a escuchar con atención a Iglesias y los suyos y ordenar los sillones y armarios del ejecutivo en ciernes. Está demostrado que la escenificación de las peleas entre ambos partidos era puro teatro, y del malo.  Hernando lo decía más contento que si los Reyes Magos, en los que no cree, le hubieran traído de regalo una tablet superguay, último modelo mundial. Lo que, insisto, nos da una idea exacta de que, a pesar de la pantomima mediática, hace tiempo que entre el PSOE y Podemos todo está atado y bien atado.

Tampoco pasó desapercibida para nadie, la parodia del último encuentro entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Ya estamos hartos de sus malas caras y gestos. Esas reuniones de pacotilla, al más alto nivel, antes que ser esperanzadoras son humillantes. Incluido, la negación del saludo del presidente en funciones al líder socialista. Como tampoco los reiterados desplantes de éste último. Señores, todo eso sobra, aunque sólo sea por un mero principio de educación y cortesía.

Y hay más, mucho más. Todo forma parte del espectáculo, del tren de la convivencia política, y de la otra, que nos hace recorrer España, sin destino cierto, ni seguro, lo que significa un viaje preocupante que puede terminar en medio de la nada, en  un bosque lleno de lobos alrededor. Lo peor es que el tren de la incertidumbre sigue su marcha y por vía única.

¡Ah¡ Algo bueno. Menos mal que en los Presupuestos de Castilla La Mancha para el ejercicio de 2016 ya se incluye una partida que van a posibilitar, supongo, el inicio de las obras de reforma y ampliación del Hospital General Universitario de Albacete, para el Plan Director por bien de los usuarios y de los magníficos profesionales que les atienden.

Sin Estación Término

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