-Pare, por favor, voy a hacer unas fotos-. Le dije en portuñol al taxista. Éste me miró extrañado por mi desconocimiento, otro más, y por toda respuesta bloqueó las puertas y aceleró como en su día no hizo Carlos Sainz. Fugazmente vi un recinto de gradas vacías de desnudo hormigón, rodeado de vallas, abandonado, sucio, como si se hubiese celebrado un macro-botellón.

-Es muy peligroso detenerse aquí-. Me contestó. Tuve la sensación de que en mi mente  había explotado otro gran globo, donde guardaba el color, la alegría, el baile, la música de una fiesta mítica. Estaba en el Sambódromo de Río de Janeiro. Calmé mi espíritu cuando llegué a la Catedral de San Sebastián, finalizada en 1976, construida en forma de preciosa pirámide cónica con 4 vitrales desde el suelo a la cúspide. Su policromía, y el ambiente musical en su interior me relajaron. Me sorprendió que en la misma puerta encontrase dos coches de la policía, en lugar de las personas que vemos habitualmente. Los agentes no pedían nada.

Río de Janeiro es una ciudad de 6,5 millones de habitantes. Segunda ciudad de Brasil, después de Sao Paulo. Es uno de los centros económicos y financieros más importantes del país. Posee el mayor parque urbano del mundo, el Parque Nacional de Tijuca. Ostenta el segundo mayor PIB de Brasil y el 30º del mundo. Ocupa la posición número 12 de las ciudades más caras del planeta. Produce comida procesada, productos químicos, farmacéuticos, petróleo y sus derivados, barcos… Sus hoteles de 5 estrellas son los segundos más caros del mundo (no lo he comprobado) después de Nueva York.

Fue capital del Reino de Portugal desde 1807 a 1822. Vamos a curiosear y saber la razón. El valido del Rey español Carlos IV, Godoy (al que se cargó  el Duque de Montijo, valido de Fernando VII, noveno hijo del monarca, en el segundo y definitivo golpe de estado que éste dio contra su padre, en 1808), firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau en 1807, por el que España, con la ayuda del francés, ocuparía Portugal (buen ojo el de Godoy, cuando lo que pretendía el francés era invadir España), a quienes ayudaban los ingleses. La Corte portuguesa al verse amenazada, rápidamente partió.  Fueron 15.000 personas, entre Casa Real, con su Rey Juan VI de Portugal de la Casa de Braganza y funcionarios, los portugueses que partieron (escoltados por los barcos ingleses, que pronto los abandonaron). Imaginemos algo parecido en un “remoto país,” con 500.000 políticos, incluidos pueblos, provincias, autonomías, Estado, Europa, Planeta Tierra… con sus asesores, “digitales” o no, los que quisieran salir súbitamente. No habría tantos barcos, ni aviones para el exilio.

Rio de Janeiro fue, por tanto, la única capital de Europa fuera de ella. La ciudad se desarrolló mucho, con la Escuela de Ciencias, Artes, Biblioteca Nacional (la más grande de América Latina)… Pasado el nublo (Guerra de la Independencia española por medio), en 1822,  El Rey y séquito, volvieron a Portugal. Aquel “Invitó” a su hijo Pedro a volver. Éste le dijo que tenía otros proyectos, que no eran otros que emanciparse y proclamar la   Independencia de Brasil, siendo nombrado Emperador de este país con el título de Pedro I. Dejó de ser un Nini. Y cuentan que lo hizo bien y era popular. Hasta ofreció a su padre y a Portugal que se uniese a su proyecto, pero no aceptaron.

También fue capital del Imperio, hasta que pasó a Brasilia en 1960. Incluso cuando se proclamó la República por golpe militar en 1889 (¡en nombre del pueblo!),  en contra del pueblo  que quería a su emperador Pedro II. ¿Tout pour le peuple, rien par le peuple? Es decir, todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Se admiten opiniones, por supuesto, desde la traducción, hasta la referencia. Vamos, algo parecido de lo que ha pasado recientemente en un país bolivariano.

Los portugueses llegaron a Brasil en 1502, no se sabe si con Américo Vespuccio (él dijo que sí), que se apuntaba todo y a todo. Era florentino y escribía a Lorenzo Pierfrancesco de Medicis, el primo de El Magnífico, de igual nombre, fallecido en 1492, (con el perjuicio para Miguel Ángel Buonarroti, también florentino, que lo protegía con sus dineros) diciendo los  muchos viajes que hizo a América y los muchos escritos en los que relataba sus hazañas, cuando se apropiaba hasta de los mapas de Colón. Se nacionalizó castellano y fue Piloto Mayor de la Casa de Contratación de Sevilla. En uno de sus escritos dijo que estaba en Brasil cuando, al parecer estaba en Cabo Verde. Al leer su obra Mundus Novus, Martín de Waldseemüller, acuñó el nombre de América en su honor (para preguntas triviales). A este Américo le cabe el “honor” confesado por escrito a Lorenzo Pierfrancesco de Medici desde Sevilla en 1500, de traer esclavos a Europa donde los vendió. Desconozco si también le dio nombre a las conocidas motocicletas italianas… Posteriormente se asentaron en la zona los contrabandistas franceses.

Río de Janeiro fue fundada en 1565 por el sacerdote español Padre Anchieta y la llamó San Sebastián de Río Enero, y sirvió para expulsar a los franceses dos años después. Sometieron a los nativos y luego a los esclavos que también venían de África. Encontraron oro y diamantes. Fue conocida como San Sebastián muchos años, hasta que los portugueses le quitaron ese nombre quedándose con el segundo, traduciendo el Enero a Janeiro, obviamente.

Y ya que hablamos de la venida a  América, conviene aclarar que la financiación para el primer viaje de Colón, corrió a cargo en su mayoría del Papa Inocencio VIII, pues los Reyes Católicos andaban bastante mal de fondos después de la Conquista de Granada. Eso sí, apoyo moral y político no le faltó a Colón por parte del matrimonio real. Posiblemente este Papa, viudo, dio los dineros presionado por el navegante, al que se parecía mucho físicamente e incluso se decía que era su hijo. Podía ser, pues tuvo más de diez hijos, incluidos los bastardos. No hay retrato de familia ante la imposibilidad de reunirlos a todos y a sus madres. No pudo enterarse del descubrimiento pues murió en julio de 1492. Le caben dos “honores” que no van a gustar a los lectores; uno fue el apoyo a la Inquisición española y el nombramiento del dominico Tomás de Torquemada como Inquisidor General de Castilla y Aragón, que incluía el Principado de Cataluña, ampliando el poder del primer nombramiento del Papa Sixto IV (el de  la Capilla Sixtina) que lo hizo para Sevilla y Córdoba, para vigilar a los falsos conversos judíos. La otra “hazaña” que se atribuye fue ser el receptor de la primera “transfusión” de sangre de la historia. Estaba muy enfermo del riñón y los médicos le aconsejaron cambiarle la sangre. Se les ocurrió desangrar a tres niños (cortando sus carótidas), a cuyos padres pagaron con una moneda de oro. Al Papa le dieron a beber la sangre obtenida. Obviamente no hizo nada más que acelerar su muerte. La primera transfusión con éxito fue en 1818.

En próxima entrega terminaremos el apasionante vistazo de Rio do Janeiro.

Turismo a la pobreza III

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