Asistimos ojipláticos al descomunal, con d de dislate, despliegue económico amarillo, que si bien es algo asumido, no deja de sorprendernos a diario, al menos al arriba firmante. Y es que basta con un simple ojeo –rasgado, of course– de la prensa habitual para advertir los desmanes y el derroche consumista de la sociedad china, insultantemente advertido en sus capas más altas, léase nuevos ricos. Las dinastías Quin/Quing han dado paso a la dinastía Yuan, moneda oficial revestida de tanto oropel como sus conspicuos consumidores.

Sin ir más lejos, nos hacemos eco de que una obra del breve Modigliani –Desnudo acostado- ha sido adquirida por valor de 158 millones de euros, pásmense, por parte de un antiguo taxista chino, hoy reconvertido en multimillonario mecenas, lo que incluso le ha permitido, sin saber de arte más que el mero color amarillo de los taxis en USA, abrir dos museos en Shangai. Anteriormente, Liu Yiqian, que así se llama el jenares chino, era vendedor ambulante de bolsos, lo que no privó de resultar triunfante al mandarín tras imponerse en el martillo subastero, previa lucha encarnizada con otro compatriota durante nueve agónicos minutos telefónicos.

Si el átono de Andy García, que encarnó al célebre pintor en el celuloide, levantara la ceja asistiría asombrado a dicha tasación, puesto que el cuadro no es nada del otro mundo –occidental- aunque, eso si, muy redondeado de formas. Cierto gusto, no obstante, hay que reconocerle al chino de marras, aunque no parece excesivamente buen negociador, toda vez que su anterior adquisición –una tacita de porcelana de la dinastía Ming, similar a la de cualquier bazar- le costó la broma de 36 millones de dólares. Sólo falta que el recipiente se use, finalmente, para albergar una coca-cola. Ya lo dice nuestro excelso refranero: es de necios confundir valor con precio.

Con esta venta, Modigliani pasa a formar parte del selecto club de los “cien millones”, junto a sublimes artistas como Bacon, Picasso, Munch y Giacometti y otros no tan dechados como Warhol.

Mientras aquí en España asistimos unos con ilusión, otros con cierto hartazgo, a los desvaríos secesionistas de Arturo El Empecinado, al que podemos calificar de todo, más un tres por ciento, los chinos siguen a lo suyo, que no es otra cosa que despilfarrar a cascoporro.

El dato que realmente me hace quedarme de plástico es que el gigante del comercio electrónico chino con curioso nombre de ladrón, Alibaba, ha batido un nuevo récord de ventas bajo el reclamo del “Singles Day”, que debe ser como el Black Friday pero para solteros y a lo burro, es decir, el mayor festival de compras con descuentos online del mundo.

Una vez transcurridas solamente las doce primeras horas del grotesco sarao consumista, esto es, desde el célebre “ábrete sésamo”, se logró superar la cifra de ventas del año pasado, que ascendió a los 8.670 millones de euros, mientras que tras el preceptivo “ciérrate sésamo” se alcanzó la cifra de ventas total de 13.300 millones, o lo que es lo mismo, el PIB de un país como Jamaica.

Si traducimos la variable macroeconómica al terreno empresarial patrio, resulta equivalente a casi toda la venta durante el año pasado de todo el grupo El Corte Inglés. Del monto económico resultante de tan frenético día, baste con significar que el cinco por ciento irá a parar, como en el cuento, a las ávidas manos del otrora persa Alibaba.

Para arengar al excitado consumista, una pantalla gigante mostraba en directo cómo subía el marcador, los puntos del planeta donde más se estaba comprando y las marcas de más éxito, mientras que como música de fondo subliminal uno de los directivos de la empresa soflamaba que «el mundo entero será testigo del poder de consumo en China durante este once de noviembre«.

Yo me voy haciendo una idea.

«CUATRO ESQUINAS»: Imperio Chino

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