Me las prometía yo muy felices en el artículo del pasado miércoles. Sin duda debió ser por el optimismo que me trasmitía la paz y el sosiego que se crían en el paraíso terrenal de los valles del Segura y más concretamente en la mora Gunta y cristiana Góntar.

Después de la entrevista de Rajoy con Sánchez y hecho bueno el refrán de que “no hay peor sordo que el que no quiere oír”, me asalta la duda de si ante la cerrazón del socialista y su cerril comportamiento –Ansón dixit- habrá alguien en el PSOE que se atreva a ausentarse del hemiciclo para tomar una tila o visitar el mingitorio.

Hacen falta once valientes que pensando en el bien de España le hagan la piruleta a Sánchez y le dejen en cueros. Once que se reducirían a seis si los estómagos históricamente agradecidos del PNV deciden que sus cinco miembros necesitan una dosis de tranquilizante para ver con claridad los beneficios que les aportaría de  cara al PP, que ya les permitió grupo propio en el Senado y que sin duda les echaría una mano en una posible formación de gobierno frente a Bildu-Podemos.

Si estos once valientes no aparecen “Don Erre que Erre” habrá ganado una batalla pero no la guerra. La guerra la tiene perdida de antemano y quizás por eso su obcecación. Desde Al-Ándalus solo llega silencio; un silencio sospechoso de espera a ver qué pasa, pero que puede dejar de serlo si la conjunción PP-Ciudadanos da una vuelta de tuerca en la gobernabilidad y en la investigación de la mayor trama de corrupción conocida en España,   que tiene a dos ex presidentes del PSOE a las puertas de la cárcel.

“Don Erre que Erre” dice no a todo pero no dice sí a algo. Quizás ese algo sea la ilusión óptica de verse en Moncloa gracias a la generosidad de los podemitas que ya no le impondrán los ministrables,  al favor de los independentistas catalanes de izquierda y derecha que aparcarán sine die el referéndum o la renuncia de los bilduetarras  al acercamiento de sus presos a las cárceles vascas donde dentro de poco alguien se dejará las puertas abiertas.

Dentro de la izquierda el que mejor juega el partido es Pablo Iglesias II. Sánchez se aferra a los palos de la portería mientras desde Podemos le lanzan penaltis sin cesar cuya mayoría se convierten en goles. Tan solo le pudo parar el del 26 de Junio y eso le ha hecho crecerse y pensar que si llega vivo políticamente al día de Navidad convertirá en portero al que antes le tiraba los penaltis. Pura ilusión óptica como antes decía. Pero ¿a qué juegan los barones socialistas que en la calle las pían y en la Comisión Ejecutiva se callan? ¿Urden García-Page y Fernández Vara junto con la sultana de Sevilla alguna trama que cambie el rumbo de la historia?. Ya no lo creo aunque confieso que llegué a pensar que parte de los once valientes iban a surgir de la bancada de  las “tres marías”.

En la convicción de que esta maniobra de Sánchez, dirigida exclusivamente a salvar el pellejo, su propio pellejo sin ni siquiera pensar en el daño causado a su Partido y menos aún en el inmenso destrozo causado a España, le va a costar cara a nivel personal, no ha de consolarnos tal hecho si  pensamos que en aras de su egocéntrica actuación  se está jugando con el porvenir y el prestigio de España. Me niego a creer que todos los diputados socialistas estén tan ciegos o sean tan cobardes como para no ver que seguir al errático pastor solo conduce al caos, dentro y fuera de su Partido y no se atrevan a ser honestos por un día y anteponer los intereses del pueblo a los de su líder y su camada. El riesgo de ser los proscritos hoy les puede llevar a ser los héroes mañana, cuando al final el líder artificial y vacuo ocupe su lugar en la galería de retratos, pero para eso ni Page ni Vara tienen las agallas suficientes.

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Demasiado optimista

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