Me encuentro viendo pasar los últimos y calurosos días de Agosto en mi rincón de la “tierra media”, Góntar, alejado de la civilización urbanita pero sufriendo la incompetencia y desconocimiento del medio de los urbanitas que han invadido mi tranquilo territorio. Alejado de los medios, apenas los noticiarios, sin tertulianos y lo que es más terrorífico a la vez que reconfortante, sin internet; el móvil apagado porque como dicen los de Tomelloso “no tengo cubrición”; el wasap ausente de los mensajes y videos, a veces cansinos e intrascendentes, con los que nos asediamos en los diferentes grupos a los que solemos pertenecer.

Entre lo que me trasmiten los telediarios y lo que intuyo –más lo segundo que lo primero- no veo claro que recién salidos de la Noche Buena tengamos que ir a votar, pero en último extremo ese día sería el más conveniente para que Rajoy consiga unos óptimos resultados ya que contará con el voto de los mayores mientras los sociatas y podemitas verán horrorizaos cómo  sus huestes pasan el día de Navidad durmiendo la mona. De todas formas si a esto llegamos, el “guapo de Tetuán”, lacayo que fue de la sultana de Sevilla, el que gastó más espejos que la madrastra de Cenicienta, el que quiso ser reina por un día y habitar la Moncloa, el engreído, soberbio e inútil que está haciendo bueno a Zapatero, el títere que baila al son que le marca Pablo Iglesias II, el que daría su alma al diablo y se bailaría una rumba con Echenique solo por oler las cagarrutas de los ciervos de Moncloa; ese que me trae a la memoria el personaje de Paco Martínez Soria “Don Erre que Erre”, será el responsable de cambiar el “pesebre” por la urna y convertir el tiempo litúrgico de Adviento en una nueva campaña electoral en la que ya está todo dicho, todo hecho y todo visto; en la que veremos a “Don Erre que Erre” convertido  en estrella de Belén que pretende guiar los pasos de tres reyes magos, poco reyes y menos magos, camino del destierro.

Al no y qué parte del no de “Don Erre que Erre”, pregonado por sus criados de confianza, Luena el que se parece a ese boy scout del anuncio del blanco más blanco y  Hernando que gana en cara de vinagre al mismo Alfonso Guerra, le piensa sacer juego el podemita conociendo como conoce las debilidades de su oponente y su “ansia pura” por conquistar lo imposible. La oferta de Pablo Iglesias II –el primero fundó el PSOE y este segundo se lo va a cargar a poco que se descuiden- es una continuación de la chanza con que  trató el PSOE y a su líder tras las elecciones de Diciembre. Es ponerle de nuevo la zanahoria delante, a la distancia debida que no le desanime pero no se la coma. El otro  en su delirio se crece y cree ver a su diestra a riverianos y separatistas y a la siniestra podemitas y garzonitas en un juicio final a los pecadores peperos, culpables de todos los males que acaecen a este mundo mundial.

Yo confío en que llegadas las Navidades, los nuevos ricos  seguirán celebrando su suerte y los no afortunados su estado de salud. Unos y otros comerán el turrón –ese que tiene siempre la fecha de caducidad en Noviembre- y todos serán felices, unos construyendo belenes y otros destruyéndolos o convirtiéndolos en talleres de guiñol. Mariano Rajoy aún siendo Diciembre sudará tinta para poder sacar adelante sus proyectos; Pedro Sánchez será el ocupante de un nuevo retrato  en la galería de ex secretarios generales de Ferraz; Pablo Iglesias II continuará deprimido después de ver sus resultados en Galicia  y País Vaco  y Albert Rivera seguirá con su enfermiza obsesión de echar a Rajoy de la Moncloa y de Génova.

Y confío en todo esto porque espero que haya cola en el mingitorio del Congreso el segundo día de votaciones y allí habrán ido para convertir un simple acto de micción  en un noble acto institucional de conciencia nacional y sentido de estado. Nunca una meada alcanzó tanto grado de nobleza como la que se supone a sociatas cabreados y peneuvistas agradecidos. La gran meada institucional que dará el poder a Mariano Rajoy.

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Don Erre que Erre

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