Qué decepción. Me da pena ver como estas personas que en su momento fueron algo importante, se agarran a un clavo ardiendo para conseguir que les siga sonando el teléfono. Ministro de Defensa, dice Pablo Iglesias que lo va a nombrar. Para cuando esto llegue, si llega, el flamante general será una espuerta de huesos y arrugas. En fin, está en su derecho si solicita el pase a retiro y con bastante suerte podrá formar parte del Congreso y  de la Comisión de Defensa y dar lecciones a los chicos de Ciudadanos que la mayoría no han hecho la mili. Por lo demás no entiendo cómo un español que supuestamente ha prestado grandes servicios a España, cae tan bajo hasta el punto de recalar entre los que están contra el sistema y contra la España que hemos forjado con mil sacrificios desde la transición.

Después de oír las declaraciones del general Rodríguez  y ver su estado de decrepitud  me acuerdo de otros dos fichajes de Podemos, el fiscal Jiménez Villarejo  y la jurista Manuela Carmena, que lucen las mismas canas y que curiosamente con ellos pretende Pablo Iglesias representar la renovación de la vieja casta política, ¡qué ironía!.

Parece ser que a Pablo Iglesias le interesa fichar a personas que tuvieron protagonismo social fuera de la política y que debido a ello gozan de influencia y amistades bien colocados en los diferentes estamentos sociales. El penúltimo fichaje ha sido el de la portavoz de jueces para la democracia, Victoria Rosell, que encabezará la lista por Las Palmas. ¿No pudiera ser que Pablo Iglesias se está blindando rodeándose de jueces y militares al más puro estilo bolivariano como hiciera su adorado Chávez y ahora su venerado Maduro? Al fin y al cabo las dos instituciones que mantienen a flote el chavismo son la judicatura y los militares.

En estos tiempos que corren, en los que  no se concibe que la milicia y la política sean compañeros de viaje, no entiendo que alguien que lo ha sido todo en la carrera militar, se constituya ahora en salvador de la Patria descendiendo a las movidas arenas de la política de mano de un antisistema , comunista y populista como es Pablo Iglesias. La gente no va a entender esto. El español que ha vivido la dictadura,  la transición y la democracia tiene asumido que la carrera militar culmina cuando se cambia el cuartel por su casa, incluso en muchos casos cuando se cambia el sable por la pluma, tradición por cierto muy española. El español entiende que el militar de alta graduación retirado pueda dedicarse a los negocios, a las actividades sociales y culturales etc.  pero no a la actividad política reservada para la sociedad civil.  No se ve de igual manera el fichaje de la  ex comandante del Ejército  Zaida cantera o la del guardia civil Juan Antonio Delgado que la de un teniente general que ha sido la máxima autoridad de las Fuerzas Armadas por debajo del Rey. El último general en el Congreso fue Gutiérrez Mellado, un caballero,  un valiente y un hombre con visión de Estado y de futuro, pero con él se terminó lo que hasta entonces había sido lo normal. La España nacida en 1978 está orgullosa de sus militares, salvo los que por viejos prejuicios tiemblan al verlos o los que desearían volver a viejos tiempos ya superados, pero quiere a los militares dedicados a su tarea, en los  cuarteles y en las misiones que se les encomienden y no dedicados a la política, que está reservada a la sociedad civil. No obstante, cualquier miembro de las Fuerzas Armadas puede pedir la excedencia, darse de baja en la Institución o pasar a la situación de retiro y poder de esta forma participar directamente en la vida política. Pero hay casos en los que la sociedad se muestra reacia y con razón; un general es un general hasta que se muere, no hasta que se jubila y más si ha tenido responsabilidades de trascendencia pública y aunque la ley lo permita, la actitud del general Julio Rodríguez demuestra una falta total de ética moral y profesional, tanto al fichar por Podemos como por cualquier otra formación política, pero más grave en este caso por cuanto Podemos pretende acabar con el Estado nacido tras la Constitución de 1978, Estado que en su momento el Teniente general Julio Rodríguez juró o prometió. La actitud de este inquieto militar  constituye un regreso a otros tiempos ya superados porque por mucho traje de civil y discurso libertario que le acompañe, siempre quedará superpuesta en la memoria  la imagen del uniforme con banda y faja o la foto detrás de la Ministra llevándole la cartera, que es la que casi todo el mundo recuerda. ¿Lo habrá fichado Pablo Iglesias para lo mismo?

El general de Chacón

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