Tranquilos, ya he descubierto el pastel. No es que el país esté en recesión, o crisis, o como quiera que toque este mes llamarse a este despropósito en el que nos hemos metido nosotros solos. Sí, nosotros solos, que aquí nadie dijo: “no, no me den comisiones de aquella manera, que me cargo el país”. El que no cobraba en sobres, lo hacía en jamones o trajes. Y el pobre tonto que no podía pescar nada, pues se llevaba grapas, folios o bolis del curro, pero algo hay que pillar. Y es que después de tanto tiempo, ya sé lo que pasa… ¡NOS QUIEREN ECHAR DEL PAÍS!

Sí, así es, ni más ni menos. Es que este país no tiene problema ninguno, todo lo contrario. España es genial, es la bomba. Y ahí fuera se han dado cuenta y nos la quieren quitar. No hablo de extremistas islámicos ni de refugiados, sino de los malos, de los blanquitos regorditos que vienen de Alemania y el Reino Unido. Esos son los que nos quieren echar. Vinieron con el boom turístico y se han dado cuenta de que aquí se vive bien, que aquí se vive de perlas. Así que empezaron poco a poco y ahora ya son casi los dueños del país.

Empezaron con Ibiza, Marbella, las grandes capitales, pero no tardarán en irse a la casa rural más escondida de España para poner su bandera. Mientras puedan venir, pagar mucho por los viajes (divisas que vuelven a su país, porque empresas españolas, pocas) y pagar poco a los trabajadores, de forma que nos tengamos que ir fuera para vivir. De esa forma, tienen más espacio para venirse ellos.

El turista siempre hace lo mismo, son actividades rutinarias porque vienen para quedarse. Quieren sentir lo que sería vivir aquí toda la vida. Y les gusta, les gusta mucho. Los grandes viajeros del s.XIX han desaparecido. Ahora lo que prima es ir a un apartamento bien cómodo, con buena gastronomía en la zona, fiesta a cualquier hora, buen tiempo y buena vida. Nada de explorar mundo, eso ya no se lleva. Ya no hay mundo por explorar, y menos para un oficinista de Manchester que lo único que quiere es largarse de su país, que es un rollo, para venirse a España, que es la caña.

Y es que la masificación del turismo que sufrimos aquí es incomparable. Y los modales de los visitantes, también son incomparables, y también los sufrimos.

El turoperador alemán TUI Group, publica una oferta de una semana en Baleares, por menos de 400€, todo incluido, cosa que no entiendo, porque a mí me sale más caro vivir en mi casa. El gancho para esta oferta es “Para divertirse hasta que venga el médico” (turismo médico, esa es otra historia). Y es que las agencias de viaje cada vez venden más las experiencias que se pueden disfrutar según qué destino. Siempre lo más típico, lo más alegre o apasionante, lo mejor de lo mejor. De esta forma, otro gancho bueno de la compañía es: “Música alta, jarras de cerveza llenas y mucho sol”. Muy bien. Ese es el espíritu. Y al que no le guste, que se vaya del país. Y vaya si lo hacemos.

Y no solo en Magaluf o Gandía, las visitas crean empleo, nuevos establecimientos, nuevos servicios, nada más que el sector del turismo tiene un impacto económico para Madrid de 6.000 millones de euros. Dónde se queda todo ese dinero no lo sé. Hay que alumbrar, limpiar y acondicionar las calles, claro, pero digo yo que para algo más dará ese dinero. Hay que ordenar el sector. El turismo es el principal motor económico y de creación de empleo de España. Pero no veo a camareros, recepcionistas, guías locales, nadar en la abundancia. Ni mucho menos. Contratos precarios, sueldos miserables en negro, yo no le veo ninguna ventaja a saber idiomas y saber ser servicial al amo. Anunciada Fernández de Córdova, responsable de Turismo de la Comunidad de Madrid, ante los buenos datos económicos: “se prioriza un modelo sostenible que genere bienestar para aquellos que nos visitan y con una oferta de calidad en los diferentes sectores y segmentos turísticos: compras, ocio, deporte, gastronomía, naturaleza, idiomas, ferias y congresos”.

No me ha parecido leer en ningún momento que se vaya a hacer algo para el empleado. Se crea empleo, pero no el suficiente viendo la alta tasa de desempleo que continúa. Así que el principal motor económico español o no lo es tanto, o algo hacemos mal. Porque aquí sigue viendo gente, casi a la misma velocidad a la que nos vamos del país. Lo que hace que se tomen medidas absurdas como en Ibiza, que ¡se ha prohibido beber agua en la calle! Así evitan que se engañe a las autoridades competentes escondiendo bebidas alcohólicas en botellas aparentemente inofensivas.

Pero es lo que queremos. Que vengan y se gasten pasta, aunque no queremos que estén aquí ni veamos pasta por ningún lado.

PABLO CAMPILLO

España es la bomba

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