Desde niño me intrigaron por su superioridad como sociedad, pequeñas, pero en sus galerías nunca se discrimina a ningún miembro por razón de género.

Dicen del ser humano que arrastra su historia por este planeta por varios miles de años, y se enorgullece por ser el más inteligente; sin embargo, no ha aprendido aún a vivir en igualdad si nos referimos al género, para otras columnas y momento dejaremos la raza o la cultura.

Resulta curioso entender como hace unos cien años los hombres permitieron en masa los derechos políticos a las mujeres, fue por la necesidad de su ayuda en la primera gran guerra. Cualquiera mira hoy a su alrededor y piensa que somos iguales pero no es así. El hombre violenta en todo el planeta a millones de mujeres por el hecho de serlo. La sociedad calla y espera, y los cambios llegan, pero muy lentos.

Tenemos claros ejemplos del despotismo de algunos líderes mundiales versus las mujeres, y todos miran para otro lado, quizá ahora que se busca la vuelta al proteccionismo económico siempre diferenciador y caótico en lo referente al desarrollo, despertaremos, quizá al ver que Hollywood contenía bajo el felpudo tanta miseria, quizá si se trasladaran a países donde cuesta saber qué tipo de individuo puede pasear conducido por un lazarillo para no caer por condicionar su movilidad un burka, a lo mejor al caer en la cuenta de la diferencia salarial en tantos sectores,… Espero que algún día cercano podamos superar a las hormigas.

Miremos ciertamente nuestro ombligo y adivinaremos que somos lo que somos porque todos estuvimos en un inicio unidos a una mujer, esto es lo que me decía mi padre. Nuestra sociedad sería mejor si consiguiéramos ese respeto hacia el otro. Sería mejor si aprendiera a vivir en inmensos hormigueros aprovechando todo su potencial y buscando la supervivencia del mismo en la calidad de la enseñanza a los menores, el cuidado de todos y la búsqueda del equilibrio económico que facilite la vida de nuestros mayores.

No quiero ser agorero, pero las hormigas son superiores. Tras años inmerso en esta sociedad actual, me preocupa como sociólogo el poco respeto al género, y como economista la falta de acción en garantizar un sistema de pensiones digno, un entorno sostenible y un entendimiento que nos apunta desde hace años hacia una vuelta al cierre de fronteras y al proteccionismo que fomenta la divergencia y la diferencia.

¡Pobres!, ellos que se creen tan superiores porque pueden sin mirar aplastar a una hormiga y no ven su brutalidad, ya que no saben respetar a quien da vida y garantiza su existencia, la reina.

Siempre he pensado que socialmente soy lo que soy gracias a las mujeres que me rodean y afortunadamente siempre fueron muchas, bueno, y al gran padre que tuve.

 

Frase célebre de Antonio Machado: «Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer».

 

Blog: El secreto del hormiguero

 

Hablemos de ellas, no nos riamos de las hormigas

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