Está claro que la mayor  intervención de la economía española pasaría por la creación de una banca pública que hiciera llegar el crédito a quienes desde el  Estado fueran previamente designados.

Si  por el PSOE y sus primos podemitas fuera, la economía española se basaría en  copiar, cien años después,  los planes quinquenales de la extinta URSS, controlar los medios de producción y  la producción en sí misma; del Salobral para abajo media España a sembrar patatas y del Salobral para arriba la otra media a sembrar trigo. O quizás volverían a retomar los Planes de Desarrollo del régimen  franquista, reabrir las minas de carbón, recuperar  los camiones Pegaso, los tractores Ebro, refundar la empresa nacional de electricidad, ENDESA o controlar los derivados del petróleo a través de CAMPSA o REPSOL. Quizás también copiarían la Obra Sindical de Colonización con su experimento nacional-cooperativo-comunista del Plan Badajoz y los innumerables poblados estandarizados de iglesia, casas clonadas y parcelas de regadío, repartidos por toda España.

Seguramente es esto lo que desearían pero para conseguirlo habría que huir como entonces de la gran banca, usurera ,  miserable y diabólica que solo financiaba a los ricos y crear otro sistema donde el dinero pudiera fluir hasta las economías más débiles.

No me imagino a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias soñando con recuperar el Banco Exterior de España BEX, la Caja Postal CPA, la Caja Central de Crédito Mar y Pesquero, el Banco Hipotecario de España BH, el Banco de Crédito Local BCL, el Banco de Crédito Industrial BCI, el Banco de Crédito Agrícola BCA o el Banco de Crédito a la Construcción BCC.  Vamos, eso sería como  volver a montar a Franco en los caballos de los que ha sido derribado. Más bien creo yo que intentarían crear de nuevo una serie de “Cajas de Ahorro Popular”, sometidas como las anteriores Cajas de Ahorro al control político pero con más presencia en sus niveles directivos medios y altos de personas afines  a la nueva “gauche divine” que Pedro y Pablo tienen en mente.

Lo que sí creo de verdad, piense lo que piense el teórico socialista Manuel  Escudero,  es que Padro y Pablo necesitan, igual que  Zapatero, echar dos tardes en recibir lecciones de economía para ver en primer lugar que la globalización, incluida la bancaria, no permite experimentos localistas con gaseosa y en segundo lugar que no es de progresistas volver a cometer los mismos errores que lastraron el progreso en los últimos veinte años.

La Banca Pública de Franco cumplió su función en una época en la que la banca clásica enfocaba la inversión a la industria y al comercio principalmente, sin atender las necesidades de los sectores inferiores de autónomos,  pequeños empresarios o particulares, por lo que se  hizo necesaria la intervención estatal para cubrir aquellos huecos que lo privado olvidaba. Todo el entramado de empresas públicas del régimen nació con esa filosofía y no de la intervención por la intervención como es el propósito de los Pedro-Pablos actuales.

Tras las primeras fusiones bancarias y el hallazgo por parte de éstas de una nueva fuente de negocio en autónomos, Pymes y particulares , el Gobierno socialista de Felipe González optó por considerar dispersa y obsoleta la banca pública creada por el régimen y la fusionó  en un mamotreto bancario llamado Argentaria, manejado por las diversas familias de cesantes políticos que la controlaban y destinada no a seguir cumpliendo con el propósito con que nacieron sus unidades sino a lavarle la cara y hacerla atractiva para deshacerse de ella, como así paso con la compra por el entonces BBV al final de siglo.

Quizás la maniobra de Solchaga fuera vista con malos ojos por la recientemente competidora banca privada –los  siete grandes- y por parte de los cuadros  de los bancos fusionados, que se embarcaron en una feroz lucha por controlar la nueva entidad resultante, pero lo cierto  es que la fusión y venta de la banca pública franquista  no supuso pérdidas para el erario público y sí en cambio una estabilidad en el empleo para los miles de empleados de la misma, entre los cuales solo el colectivo de empleados procedentes de Caja Postal tenían la condición de funcionarios y se encontraban en una situación de excedencia especial.

No ocurrió lo mismo con el otro sector de banca pública, las Cajas de Ahorro, nacidas de los antiguos Montes de Piedad a mediados del Siglo XIX (Jerez 1834 y Madrid 1835) y potenciadas por el régimen franquista creando las Cajas de Ahorro Provinciales allí donde no existían,  encomendando su gestión a personas afines al régimen y en el medio rural a los  representantes de la Hermandad de Labradores y Ganaderos, sindicato agrario del franquismo.

Ya en la época democrática los diferentes Gobiernos de Felipe González se volcaron en controlar el sector, con el que la banca privada comenzaba a competir, y politizaron de manera absoluta los órganos de dirección, de forma que las Cajas de Ahorro se convirtieron en los bancos  públicos al servicio de los políticos regionales de todos los signos a la vez que fuentes de financiación de los proyectos de todos sus familiares, amigos y allegados.

No es menester recordar los resultados de esta gestión porque no creo que hayamos olvidado los millones de euros que nos han costado las politizadas Cajas de Ahorro, pero sí creo conveniente recordar que esto mismo es lo que pretenden los Pedro-Pablos de la nueva “gauche divine”, convertir progreso en retroceso vendiéndonos de nuevo la burra del carácter social.  “garantizar el crédito en la economía española”. “Si no lo remediamos avanzaremos hacia un sistema de fuerte concentración bancaria”, “es necesario revertir esa tendencia, como garantía de una economía productiva que disponga de recursos de inversión y crédito, mediante la creación de un sector de Banca Pública”. Estaría dirigida a garantizar el crédito para inversiones a largo plazo. También habría espacio para la banca “cooperativa y social”.

O sea más de lo mismo. Para este viaje de vuelta al zapaterismo y el felipismo no hacen falta alforjas. Persistir en el error forma parte de la carencia de ideas del nuevo socialismo podemita de Pedro Sánchez.-

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La Banca Pública de Sánchez

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