Lamentos por una España afligida y presa

UNO:

Me he sentado en la «silla de pensar» y pienso que España, como decía Pepe el Calderero de mi Sisante natal, no  tiene compostura. Al menos mientras gobierne toda esta chusma disgregadora y antiespañola que alimenta la soberbia de ese narcisista al que le gustaría cambiar Moncloa por Zarzuela, porque en sus interiores nada le satisfaría más que ser de por vida el inquilino del Palacio Real y llenar todas sus galerías de espejos para mirarse y remirarse.

La encuesta reciente de Gad-3 sitúa al centro derecha españolista y constitucional por encima de la chusma socialcomunista y separatista. Ahora solo falta que los líderes se traguen su orgullo y antepongan España por encima de sus egos enaltecidos. Solo así podremos salvar los trastos. Lo actual, si continúa, tiene un único destino, las cartillas de racionamiento.

OTRO:

Hoy un pobre abuelo muy conocido en Albacete, creo que se llama Esteban, muy aficionado a los monociclos eléctricos que antes recuerdo que  promocionaba y vendía, circulaba por una calle de la Ciudad montado en uno de esos  chismes eléctricos de dos ruedas paralelas y portando una bandera de España. Ha sido detenido por la Policía, obligado a identificarse y a replegar la bandera como si de un delincuente se tratara. En la foto que acompaño se observa el exagerado aparato policial y las protestas de los viandantes que no daban  crédito a este atentado a la libertad de expresión.

Si es verdad, como parece, que a este pobre hombre le hacen identificarse por llevar una bandera de España y le obligan  a guardarla, creo que esos mismos policías deberían considerar si son dignos de llevar esa misma bandera en el brazo a  la altura del hombro. Si en España te detienen por portar su enseña nacional y no te castigan por quemarla o deshonrarla es que estamos en un Estado fallido. Un Estado fallido donde el Poder Legislativo solo atiende a sus intereses particulares o de partido; el Poder Judicial calla y otorga y el Poder Ejecutivo doblega la voluntad del pueblo aprovechando su desgracia, en este caso la pandemia, que se ha  llevado por delante a treinta mil españoles.

Este es un Estado disgregado y fallido porque sus principales Instituciones han dejado de servir al pueblo soberano. La Monarquía está recluida en la Zarzuela al antojo del dictador y su valido de Moncloa. La izquierda y el separatismo se empeñan en destruir la España que entre todos creamos en 1978. La derecha  se empeña en destruirse a sí misma. Ahora más que nunca, me duele España.

OTRO MÁS:

El Ministerio de Sanidad debe estar considerado dentro del Gobierno como las «Marías» en el bachillerato, máxime cuando las competencias están transferidas a las CCAA. Así se explica que en éstas se hayan preocupado en su mayoría de nombrar Consejeros de Sanidad a gente del oficio. De las 17 CCAA, en 12 los titulares son médicos, muchos de ellos con una larga experiencia profesional en su profesión y en gestión de medios. En  Valencia ,Aragón, Cataluña, La Rioja, y  Canarias,  han optado por  abogados, economistas, enfermeras o periodistas. 

Si nos remitimos a nuestro entorno europeo, en Francia un médico y  profesor en la facultad de Medicina de Grenoble. En Portugal una médica y especialista en gestión  de hospitales. En Italia también una profesional de la medicina. En Bélgica, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y  alguno más, todos relacionados con la profesión médica.

Veamos ahora el currículum de nuestro flamante Ministro de Sanidad Salvador Illa. Licenciado en Filosofía en 1989, desde 1987 ha vivido de la política, primero como concejal en La Roca del Vallés y luego como Alcalde dos veces en el mismo municipio. Director del Area Económica del Ayuntamiento de Barcelona (valido de Colau) y afiliado al PSC donde se hizo cargo de la Secretaría de Organización en 2016.(valido de Iceta). Un licenciado en Filosofía vividor de la política salvo nueve meses en los que fue director general de una promotora audiovisual y posteriormente gerente de la empresa Cultura e Innovación del Ayuntamiento de Barcelona.

Con ese bagaje profesional no tiene nada de particular agraciarle, a petición de sus mentores, con un cargo de importancia, un Ministerio, pero un Ministerio como de juguete, de forma que Salvador Illa hubiera pasado por el Consejo de Ministros sin hacer ruido ni decir palabra y dentro de poco tiempo nadie se acordaría de que tal nombre fue titular de tal Ministerio. Pero mira por donde el tsunami del coronavirus irrumpió en Oriente y viajó hasta Occidente. Su jefe de gabinete lo vio venir pero antepuso los intereses particulares de sus socios podemitas al interés general de los españoles con resultado de miles de muertos. Salvador Illa ni se enteró ni se entera y se limitó a seguir a su amo dando palos de ciego, comprando a tontas y a locas material defectuoso y caro y supuestamente ayudando o haciendo la vista gorda a la creación de empresas fantasma de entre amigos y allegados que pasaron en horas veinticuatro de vender cosméticos a ser importadores de cualquier producto relacionado con el virus.

De haber tenido un mínimo de dignidad y de vergüenza debería haber presentado la dimisión por su inutilidad para administrar el desastre y el mismo Presidente le debería haber cesado pese al cabreo del tandem Colau-Iceta. Ninguno de los dos hizo lo que debía y así nos va, aguantando diariamente las mentiras del Presidente, las necedades de ese Ministro de pacotilla y de ese greñudo cariacontecido que me recuerda cuando lo veo  aquel dicho de la vaca, que era tan flaca tan flaca que en vez de dar leche daba lástima.

Y YA:

Hay una cosa que salta a la vista, el coletas, que emigró de Vallecas a Galapagar, es muchísimo más inteligente que el guaperas  que lo hizo de Tetuán a Moncloa. Cuando Sánchez va el coletas está de vuelta. Nada ni nadie podrá implicarle en la desastrosa gestión del virus salvo por su empeño en satisfacer los anhelos de su ministra consorte el día 8 de marzo. El coletas sabe nadar y guardar la ropa. Pide perdón a los niños por tenerlos encerrados tanto tiempo y se convierte en paladín de su liberación; igual hace con los ancianos. Echa manos de demagogia para prometer un sueldo a gandules, vagos y maleantes, con honrosas excepciones de auténticos necesitados, sin contar con nadie, ni con el Presidente ni con la UE, solo con su gobierno en la sombra donde la «blanca paloma» de Trabajo le ayuda en los guiones.

En las encuestas los podemitas suben, los socialistas bajan y bajarán más porque la catástrofe económica que se avecina no es tarea para un Sánchez ni su gobierno de guiñol. Al igual que Zapatero pasará a la historia como el inútil que no vio venir la crisis económica ni supo atajarla, Sánchez será recordado como el Presidente de los treinta mil muertos y no será éste un auténtico Estado de Derecho (lo cual dudo) si no le hace pagar por los posibles delitos que en su gestión haya podido cometer. No ocurrirá, seguro y la ruina que nos acarreará no sé si acabarán de pagarla nuestros biznietos.

Como  COLOFÓN solo me queda lamentarme de que nos las prometimos muy felices cuando instauramos el Estado de 1978 con su flamante Constitución, que con el paso de los años se ha convertido en papel mojado. Creímos que este Estado no tendría fecha de caducidad. Estábamos convencidos de que el olvido iba aparejado con el perdón, por una y otra parte. Estábamos ilusionados porque creímos que las nuevas generaciones iban a entender nuestro sacrificio. Nada fue así. Fuimos demasiado cándidos y confiados a la hora de establecer determinados postulados; quisimos contentar a todos aún a sabiendas de que algunos jamás se contentarían con lo establecido. Nuestro Estado de 1978 ya nació cojo y su cojera se agraba por momentos. Me duele España porque solo veo división y odio entre los españoles, porque veo una clase política profundamente egoísta y mediocre, porque entre Felipe y Guerra «mataron a Montesquieu» y así van nuestras Instituciones. Me duele España porque la izquierda quiere destruirla y la derecha no sabe defenderla. El Artículo 8º del Título Preliminar y el Título II de la Constitución, ¿acaso están de adorno?.

www.pacodelhoyo.blogspot.com

ACLARACIÓN

En mi artículo “Lamento por una España afligida y presa” se incluye un relato de una actuación policial al parecer contra un ciudadano de Albacete, un hombre de avanzada edad que portaba una bandera nacional.

Si algún miembro de la Policía se ha sentido ofendido con mis palabras, quiero manifestarles que nada lejos de mí intención ofender a quienes admiro y respeto. Es muy difícil para los Cuerpos Policiales y para la Guardia Civil cumplir con ciertos cometidos ordenados desde instancias políticas con motivaciones dudosamente legales y ciertamente perversas, rozando lo que el Tribunal Supremo determinó en sentencia de 18 Marzo de 2018 en relación a la obediencia debida. Ellos cumplen son su obligación, obedecer las órdenes de sus superiores y sus superiores la de obedecer a las autoridades políticas de quienes dependen.

Las responsabilidades alcanzarán, si es que alcanzan, a aquellos que se excedieron en el secuestro de las libertades individuales consagradas en la Constitución. Aquí no se trata de matar al mensajero sino de llegar a la fuente del mensaje, porque ahí está el principio del mal, Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado están siendo utilizados por el Gobierno de forma torticera para mantener al pueblo quieto y callado.

La responsabilidad no es de quien cumple las órdenes sino de quien las da. Desde estas líneas mi total adhesión, reconocimiento  y respeto a los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de España, que son un pilar importante  a la hora de favorecer la pacífica convivencia ciudadana y luchar contra todo aquello que la impida. Para todos ellos mi más sincero agradecimiento.

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