Se atribuye a Gobbles (Ministro de propaganda del Tercer Reich) la siguiente frase: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. No sé si la frase es suya o no, pero parece claro que la ponía en práctica a diario con bastante éxito.

Hace poco, un compañero de trabajo admitió que comenzaba a tener dudas del “asunto catalán”. En su defensa, argüía que era de tal magnitud la cantinela cansina proveniente del este peninsular que ya no podía substraerse a su efecto. A lo que yo me imaginé a los señores Mas y Puigdemont, mitad pez mitad personas, machacándonos a todos con sus cantos de sirena. Até a mi compañero a la barra de la cafetería donde estábamos y todavía no le hemos soltado. Lo haremos cuando recobre la cordura, o hayan desaparecido las sirenas…

Conozco muchas personas con esta misma sensación de hartazgo. Pruebe a sacar el tema de Cataluña en cualquier reunión y verá como todo el mundo silba mientras mira al cielo. Entiendo perfectamente esa sensación, yo también la padezco. Sin embargo, hay que sacarle el polvo a los hechos para que resplandezcan.

Nos machacan con el mensaje de que poner urnas es democracia en estado puro, y que juzgar a quien lo hace es antidemocrático. Así dicho, parece cierto y dan hasta pena esta gente tan maja que pregunta al pueblo sobre su identidad nacional. En este punto del relato, casi puedo ver abrirse el mar mientras Moisés guía al pueblo elegido. Sin embargo, yo el 9 de noviembre de 2014 no vi urnas en mi colegio electoral. No somos dignos de entrar en ningún proceso participativo que decida el destino de Cataluña. No somos el pueblo elegido. Esa es la madre del cordero, para ellos no somos iguales.

Por eso me indignó tanto que, el día del inicio del juicio contra Artur Mas y sus dos exconsejeras por desobediencia al Tribunal Constitucional (TC), los líderes independentistas se colocaran tras unas letras enormes que componían la palabra “democracia”. Es una mentira, aunque se repita mil veces.

El 9 de febrero, mientras continuaba el juicio por la desobediencia del 9N, una iniciativa que pretendía dar a los padres la oportunidad de elegir en qué idioma escolarizan a sus hijos fue tumbada en el Parlamento de Cataluña con los votos en contra de JxSí, PSC, SíQueEsPot y la CUP. A favor, PP y C´s. El mensaje parece claro: usted puede elegir si pertenece a España o no, pero de la educación de sus hijos no tiene nada que decir, ya nos encargamos nosotros. Es una decisión política meditada, mejor dicho, premeditada. No hay otro país de Europa donde se permita el trato vejatorio que, en algunas comunidades autónomas, se da al castellano. En otras democracias, los padres pueden elegir la lengua en la que escolarizan a sus hijos, que suele ser la materna. En Europa hay dos modelos para acercarse a este problema: una doble red escolar en las lenguas co-oficiales, o una escolarización multilingüe. En Finlandia, los padres pueden escoger si escolarizan a sus hijos en finés o en sueco (ambas lenguas oficiales). En Gales, los padres pueden elegir entre: todo en inglés, todo en galés, o en ambas lenguas. En Irlanda, los padres pueden escoger escolarizar a sus hijos en una de sus lenguas oficiales, gaélico o inglés. En Luxemburgo, las clases se imparten en luxemburgués, alemán y francés.

Cataluña es una región con dos lenguas maternas que aplica un modelo obligatorio monolingüe. Eso sí que es un fet diferencial en una Europa que aboga por el multilingüismo. El derecho a estudiar de los niños en su lengua materna lo protege la legislación internacional. Seguramente, una Cataluña independiente dentro de la UE, sería obligada a cambiar su política lingüística. Si Cataluña se independizara de España, pasaría a ser bilingüe. ¿Harían valer las autoridades europeas los derechos de los castellano hablantes? Ahora es un asunto interno de España, luego no lo sería. Irónico, ¿eh?

El Ayuntamiento de Barcelona convocó a los vecinos de Ciutat Vella a un proceso participativo mediante cartelería impresa en catalán, urdu y tagalo (todo un ataque de buen rollo selectivo). Esos carteles publicitan la verdad.

Tampoco se puede elegir en qué idioma rotular los productos de tu tienda, ya saben. Multa al canto si rotulas solo en español.

DemocrAcia en letras bien grandes. La revolución de las sonrisas, dicen.

Realmente, en el resto de España estamos absolutamente hartos no del tema catalán, si no de que no se halle solución definitiva a este enfrentamiento. La solución no es más dinero, ni más competencias, ni reconocerles que son diferentes. La solución pasa por las aulas y por el restablecimiento de la verdad. Sobre todo, por esto último. No son acciones excluyentes en todo caso.

Aun así, en España, cinco pesetas siguen siendo un duro.

 

 

Lo llaman democracia

La Opinión | 0 Comments