Corren malos tiempos para el PSOE.  A la desastrosa gestión de Zapatero, al que tuvieron enterrado durante años y ahora pasean su momia, seguida de la infructuosa alquimia de  Rubalcaba, hasta los fracasos electorales y personales  de Pedro “el breve”, al que unos pocos miles de militantes olvidan que ha dejado el Partido a los pies de los caballos y quieren revivir la simpleza de su eslogan y ponerlo de nuevo al frente de la organización, el PSOE solo trasmite desorden, desconfianza y lástima. Lástima, sí, como aquella vaca que estaba tan flaca tan flaca que en vez de dar leche daba lástima.  Es curioso, el PSOE ha conseguido en dos meses de oposición más que en todo un año de hacer el tonto, pero en ese país de ciegos siguen adorando al tuerto y eso ya no es para sentir lástima sino para tener miedo

Pues eso, que corren tiempos de mudanza, de ideas y de amo, aunque el debate esté más en el amo  que en las ideas –hasta en eso quieren parecerse a  los podemitas- y unos en el Norte, otros en el Sur y otros por el  medio, han comenzado ya la guerra por la gran poltrona de Ferraz  con un horizonte que sueñan allá por la Moncloa.  Lo malo de esa contienda es que se extiende por las arterias hasta los capilares y allí, en los capilares locales y provinciales la contienda se convierte en lucha cainita.

Si uno de los grandes pecados de la política es la gran cantidad de mediocres que  la habitan, no es menos grave el hecho de que la poltrona, a veces heredada, sea tan difícil de abandonar y más grave todavía que, a consecuencia de ello, el poder unido al tiempo den como fruto esa hija bastarda llamada corrupción que todos dicen despreciar pero casi todos apadrinan.

Cuando descendemos a los capilares de ese gran sistema sanguíneo que irradia desde Ferraz,  vemos que allí también se encuentran reproducidos como clones los tres pecados capitales de la política en general y del PSOE en particular, mediocridad, apoltronamiento y corrupción. Los que tienen intereses en esa carrera convertida en profesión esperan y desesperan hasta encontrar el hueco por donde meter la cabeza. Los que no tenemos intereses en ese asunto asistimos avergonzados al espectáculo que diariamente nos ofrecen los adoradores del dios Caín.

Si alguien y en especial los medios de comunicación tratan de hacer llegar al pueblo llano aquello que desconoce, aunque olfatea y trata de descubrir las redes de conchabamiento, maquinaciones y tejemanejes de ese submundo, toda la casta entra en ebullición y eruptan rayos y truenos, sapos y culebras contra la osadía de los medios que se han atrevido no solo a dudar sino a criticar e incluso investigar las fechorías del “stablishment”, de sus padrinos y sus capos.

Cuando un medio de comunicación descubre algo o sospecha y lo investiga para cumplir con su labor, tan digna como necesaria, de informar  a la población, siempre hay revuelo entre quienes se sienten aludidos y pueden verse implicados. De todos es conocido que las verdades duelen y que a nadie le gusta que le saquen los trapos sucios, pero cuando se trata de de alguien  dedicado a la política y que ostenta cualquier tipo de cargo público, debe responder de su gestión y sus actos ante la sociedad y por tanto, permitir que los medios de comunicación puedan dar cuenta de ello.

La Constitución de 1978, en el Título I. De los derechos y deberes fundamentales proclama, entre otras cosas, en el Artículo 20:

  1. Se reconocen y protegen los derechos:
  2. a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. b)… c)…
  3. d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.
  4. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.

Cuando los posibles afectados entiendan que lo publicado es falso o atenta contra el honor, la intimidad o la propia imagen, pueden echar mano de la ley que los ampara, En cambio, cuando no se opta por ese camino al no encontrar causa para ello, se tiende a echar mierda sobre quienes cumplen escrupulosamente con su trabajo, lo que habitualmente se traduce como “matar al mensajero”.

El pasado lunes  los servicios informativos de esta casa publicaron el siguiente comunicado:

“El Partido Socialista en Albacete ha condenado «las prácticas periodísticas» de Visión 6. La Ejecutiva Provincial ha aprobado por unanimidad «evitar la presencia y la intervención de militantes y cargos públicos» socialistas «en este medio». Además, el PSOE no va a convocar a la televisión albaceteña «a ningún acto o rueda de prensa».

La resolución concluye asegurando que el PSOE no tendrá «relación» alguna con Visión 6. El motivo, según el partido, es una «campaña de difamación» de la televisión local «contra cargos institucionales del PSOE».”

Ni que decir tiene que el hecho de que Visión 6 esté indagando sobre supuestas irregularidades en la gestión de ciertos cargos del PSOE, debe poner las orejas tiesas a más de uno, pero en un ejercicio de transparencia que pregonan a boca llena, lo correcto es que salgan a la palestra y den explicaciones, aclaren, desmientan o justifiquen y en caso necesario, acudan a los tribunales.

Con la pueril postura de “matar al mensajero” no solo hacen un ridículo espantoso rompiendo las relaciones con la única cadena de televisión local de Albacete sino que además atentan contra lo establecido en el punto 1.b del Artículo 20 de nuestra Constitución, que consagra el derecho a  “comunicar (Visión 6) o recibir (el pueblo de Albacete) libremente información veraz por cualquier medio de difusión”. Igualmente con lo que establece el punto 2. “El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”.

Esto al fin y al cabo no es más que otra muestra de lo que acontece en un Partido en descomposición en donde el “no es no” va camino de convertirse en un “sálvese quien pueda”, si es que para dentro de poco queda algo que salvar.

A los del PP también les cae a menudo el mismo chaparrón o parecido  pero son más avispados, hacen  como los socialistas pero sin cacarearlo.

www.pacodelhoyo.blogspot.com

 

 

 

Matar al mensajero

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