Y ya que andamos por el Perú, recordemos un hecho lleno de contradicciones, pues algunas de sus facetas no son para sentirse orgulloso, pero los hechos están ahí.  Por la Capitulación de Toledo en 1529, se concedieron los derechos de dominio del Perú (antiguo El Birú,  bajo el imperio inca, que los europeos rebautizaron como Pirú y luego Perú) a Francisco Pizarro. En nombre del Emperador Carlos I, lo firmó su esposa, Isabel de Portugal, Señora de Albacete (¡ejem!).

Estando Pizarro el 16-11-1532  en Cajamarca, ciudad andina en el norte del Perú e importante en el imperio Inca, llegó sobre una litera de oro, acompañado de 30.000 hombres, Atahualpa (el Ave de la Fortuna en quechua). Iba a ser coronado como soberano inca (a la postre fue el último) pues había fallecido su padre, soberano anterior y él se había impuesto a su hermano Huáscar en guerra civil,  para gobernar a su pueblo. Allí estaba Pizarro con 80 hombres a caballo. Atahualpa pensaba que le iba a rendir honores, pero sus asesores, con “muy buen ojo”, le dijeron que Pizarro era su dios Viracocha hecho persona, cuando lo vieron tan apuesto y con los caballos tan enjaezados y encabritados.

Francisco raptó al inca, a pesar de la gran diferencia que existía en número, entre los hombres que acompañaban a uno y otro. Pizarro tuvo miedo del ataque de los indígenas y juzgó a Atahualpa, quien le había dado a su hermana como esposa, con la que había tenido 2 hijos; la mayor Francisca Pizarro Yupanqui,  fue llamada la “primera mestiza”. Construyó la Catedral de Lima. Nacida en Jauja y fallecida en Trujillo. Casó con Hernando Pizarro, su tío,  con el que tuvo 5 hijos, luego con Pedro Arias, conde de Puñonrostro. Se estableció definitivamente en la Corte española donde era conocida como Doña Francisquita. En el juicio sumarísimo de Atahualpa, con su fiscal y defensor, lo acusaron hasta de querer matar a su hermano Huáscar, y el juez decidió rápidamente, condenándolo a la hoguera. Atahualpa protestó pues de esa forma no iría al cielo y el fraile Vicente de Valverde, le convenció para ser bautizado, que gran evangelizador, sin haber olvidado que le tiró al suelo una Biblia que le había dado, por lo que le acusó de blasfemo y sacrílego (el pobre Atahualpa no entendía castellano ni qué significaba ese libro). Se bautizó y pasó a llamarse Francisco Atahualpa, con “la suerte” de que le dieron garrote vil el 26-07-1533, en lugar de la hoguera. Al sepelio llegaron sus muchas mujeres e hijas y se ahorcaron con él enrollándose con sus melenas. Los hijos varones de Atahualpa fueron prohijados por Pizarro, llevando una gran vida y educación, muy protegidos. Las guerras con los incas prosiguieron.

Pizarro fundó Lima y pasado un tiempo fue asediada por los incas, al mando de Manco Inca, cuñado de Pizarro y hermano de Atahualpa, del que escapó en Cuzco pues lo había perseguido. Francisco Pizarro fue ayudado por  miles de soldados pagados por los propios caciques locales, enemigos de los incas que repelieron la agresión y el cerco. Al Manco le dieron muerte siete españoles, almagristas, (que ya habían hecho de las suyas, como veremos)  en 1544.

Más difíciles fueron los enfrentamientos entre conquistadores. De aliado, Diego de Almagro (paisano manchego), pasó a ser enemigo. Lo destituyó de Gobernador de Chile y fue encarcelado y ajusticiado en la Plaza Mayor de Cuzco (o Cusco, al sureste, cordillera de los Andes, capital histórica de Perú, según su Constitución. Grandiosa ciudad; su Plaza de Armas, la mejor del mundo, donde encontré el amor con una cusqueña, amor de altura, 3.399 m.). Los partidarios del hijo de Almagro, asaltaron el 26-06-1541 el Palacio de los Reyes, en Lima, matándolo con una lanza, como antiguamente el Toro de la Vega, después haberse llevado por delante a varios asaltantes con su espada y eso que ya tenía 60 años. Fue enterrado en la Catedral de Lima. Le llamaban el Apu (jefe) o Machu Capitán (viejo capitán).

Triste destino tuvo, después de haber descubierto, con Vasco Núñez de Balboa, el Mar del Sur (Océano Pacífico) y habiendo estado con  el Gran Capitán, en las campañas de Nápoles, contra los franceses, en sus tercios. Por cierto que el tercio fue el primer ejército europeo moderno, constituido por voluntarios profesionales, comparados a las legiones romanas o falanges macedónicas. Pizarro también exploró América Central donde protagonizó la heroica e histórica primera raya (¡eh, esa imaginación, mal pensaos!), hecha con su espada, en la Isla de Gallo, que pasó a dar nombre a Los 13 de La Fama, que son los que la cruzaron con Pizarro al frente y se fueron hacia el Sur, rumbo al Perú, donde dejó tanta huella y su vida.

 

 

Pizarro y el Perú

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