Me he escapado un par de días a mi refugio de Góntar  huyendo del bochorno de Albacete y cual no ha sido mi sorpresa al encontrarme con más de lo mismo. Es que la Sierra del Segura no es la Serranía de Cuenca. Cuando en los ribazos al lado de los pinos crecen chumberas, no es de esperar mucho frio en invierno pero sí unos tórridos veranos.

A la Sierra en verano le está pasando igual que a las playas, que está masificada, con la diferencia de que las instalaciones playeras están acondicionadas para ello pero las angostas calles de los dispersos caseríos no están preparadas para recibir al menos dos coches por familia.

Góntar no es una excepción; los diez barrios –por llamarlos de alguna manera- Casas de la Cuesta, Casas de Abajo, El Puente, Las  Peñas , La Ermita, El Miravete, El Collado, El Torcal, Los Gaspales y La Tejera conforman uno de los conjuntos urbanísticos y paisajísticos más bellos de la Sierra del Segura albaceteña. A mil metros de altura debajo de las cuevas de la Campana y del Nogueral, en la  ladera orientada al poniente que comienza abajo en Las Juntas, donde el río Zumeta se une al Segura y culmina en el Tragoncillo, que corona la Sierra de Góntar a mil setecientos metros. Enfrente, en la otra ladera que forma el valle, tierras de Andalucía con el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas y los mil setecientos metros del Cabeza de la Mora. Un poco más al norte el Calar de la Sima con el Mentiras y sus dos mil metros, que sirve de límite entre la Mancha y Andalucía, entre Yeste y Segura.

Calles estrechas y bellos rincones en los que abundan los hornos de toba, privados o comunales, que en un tiempo sirvieron y aún se usan para cocer el pan y las tortas que cada vecina amasaba para su familia. En el centro del conjunto el barrio de La Ermita, con una bonita plaza donde se celebra la fiesta que se celebra a finales de Agosto en honor a la Virgen del Carmen –aunque mes y medio después de su día-, subastando la entrada de la Virgen tras la procesión con posterior concurso de migas y remate con verbena.

En Góntar se puede hacer de todo pero es un lugar predestinado para el descanso del visitante. Un baño en el rio, bajo el puente de Las Juntas o en el puente colgado; unas cervezas previas a la suculenta comida de Casa Pedro, cocina heredada de su madre, Paquita, donde puedes comer medio mes sin repetir plato. Por la mañana o por la tarde y puestos a caminar en Góntar no faltan caminos y rutas.

Excursiones a pie hasta el Majal de la Atalaya, a Jutia por El Álamo, a Riverte y Venta de Tiziano, a la Molata de los Almendros, a Los Chorreones, a la Cueva de los pies, a la Cueva de la mala entrada, a la Cueva del Grajero o a las ruinas del castillo moro, fortaleza que sirvió a unos y otros en la defensa de la frontera.  Si se decide ir en coche, por la carretera de Santiago de la Espada siguiendo el rio Zumeta se llega al embalse de La Novia y El Morrión –la última aldea de Yeste- y un poco más adelante la aldea de Tobos, donde se hace el mejor pan del mundo en horno de leña. Siguiendo el río Segura es visita obligada la preciosa aldea de Miller y después de beber agua en la Fuente de los Cuatro Caños se llega al embalse de Las Anchuricas –ambos embalses nutren de agua a la central hidroeléctrica de Miller- y posteriormente a  La Toba con su famosa cueva del agua a la que algunos en verano se atreven  a entrar.

Por la noche impone la  majestuosidad del cielo gontarino, sin apenas contaminación lumínica, que invita a pasar el tiempo tumbado en una hamaca contemplando un hormiguero de estrellas casi inimaginable para los que no vivimos en el campo, con un silencio apenas roto por el ladrido lejano de algún perro que olfatea la llegada de un jabalí . Por las mañanas el silencio es sepulcral, sobre todo en invierno; a veces y a lo lejos se oye el ladrido de un perro o el sierro del que está podando los olivos centenarios; miras el reloj y te sorprendes de haber dormido tanto.

Góntar es así. Esta tierra estuvo poblada  desde la Prehistoria y son numerosos los yacimientos de esa época; tartesos, romanos, moros y cristianos dejaron su huella hasta poblarla con más de mil habitantes en la primera mitad del pasado siglo. Desde entonces, la falta de recursos, el abandono del medio rural y el envejecimiento de la población la ha dejado reducida a apenas cien, que pueden quintuplicarse en el mes de Agosto o duplicarse en muchos fines de semana.

Si decides, querido lector, venir hasta aquí no lo hagas en este mes angustioso como es Agosto. Cualquier otro tiempo es mejor, sobre todo el otoño por su colorido o el invierno, bastante suave a pesar de las alturas que la rodean. La comunicación desde Yeste- de la que es aldea-, desde Nerpio o desde Andalucía- que se ve al otro lado del rio- es buena; las casas rurales para pasar un  fin de semana son buenas y abundantes y el Hostal de Casa Pedro inmejorable. El mundo no se acaba en Bogarra o Ayna como piensan muchos albaceteños; la sierra del Segura es la gran desconocida y Góntar una preciada joya de la misma.

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Por tierras del Segura. Góntar

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