En 1637 Descartes publicó su “Discurso del método para conducir bien la propia razón y buscar la verdad en las ciencias”. La primera de las reglas del método dice: “No admitir jamás cosa alguna como verdadera sin haber conocido con evidencia que así era”. ¿Pueden imaginarse que los científicos no respetáramos esta regla elemental que más parece de sentido común que de ningún tratado sesudo? Si no lo hiciéramos, la ciencia no sería tal sino que estaríamos hablando de otra cosa que ha de ser de ámbito privado y que algunos celebran los domingos, otros los sábados y otros varias veces al día.

Este verano han aparecido un par de artículos en la prensa extranjera que me han interesado mucho. Katharine Viner firmaba una tribuna en The Guardian el 12 de julio de 2016 cuyo título era “Cómo la tecnología ha alterado la verdad”.  El segundo de estos artículos, aparecido en agosto, era de  Peter Pomerantsev, lo publicó la revista Granta, y llevaba por título “Por qué somos postfact”.

Ambos artículos, que recomiendo con entusiasmo, analizan el cómo las mentiras o manipulaciones, que nos llegan a diario a través de las redes sociales, los blogs y algunos medios de comunicación están alterando nuestra visión de la realidad. Somos una sociedad ya postfactual, es decir una sociedad que no contrasta los datos o los hechos, una sociedad  que decide en base a sentimientos. Gracias a la red, contrastar la información cuesta tan poco como hacer un click. Son tan pocos los que lo hacen que es imposible luchar contra la mentira. Quizá esta sea la siguiente burbuja en explotar. Quizá ya lo esté haciendo. Veamos.

El pasado día 15, la prensa nacional hablaba de un blog en el que aparecen diariamente noticias distorsionadas de Donald Trump. Su autor parece que gana bastante dinero con esto ya que tiene entre 1.5 y 2 millones de visitantes mensuales. ¿Todos los que acceden a este blog tienen capacidad de dirimir lo que es cierto de lo que es falso? ¿Tendrá este blog alguna influencia en los resultados de las próximas elecciones presidenciales?

Son muchos los periódicos digitales que publican noticias encabezadas con titulares sensacionalistas que poco tienen que ver con el cuerpo de la noticia. Mi favorita es una publicada por El Plural (qué ironía): El PP pide la dimisión de Echenique por cantar “chúpame la minga, Dominga”. Me embelesa cuando no sabes si la noticia es de El Mundo Today.

No sólo los medios, también los políticos están comenzando a ser “postfactuales”. Antes de la era de la post verdad, intuíamos que los políticos mentían, ahora sabemos que lo hacen. ¿Este hecho tiene implicaciones? Quiero pensar que sí, pero creo que no. Al menos las implicaciones lo son tan solo de recorrido muy corto.

Durante la campaña del Brexit en Reino Unido hubo políticos que mintieron. Lo sabemos porque a la mañana siguiente del referéndum reconocieron haberlo hecho. ¿Cuáles han sido las repercusiones de estas mentiras? La dimisión de Cameron, Farage, Corbyn y Jonhson. Dirán ustedes que hubo repercusiones importantes, pero yo mantengo que fueron de poco alcance porque lo que es cierto y verdad es que el Reino Unido saldrá de la Unión Europea. Y esto sí que es una repercusión de largo alcance que constituye un punto y aparte en la historia de este país.

Hace poco Donald Trump acusó a Barack Obama, sin sonrojo alguno,  de ser el fundador del Estado Islámico, y a Hillary Clinton de ser la cofundadora. No puedo apreciar diferencia alguna entre el blog que publica las noticias de Trump y el propio Donald Trump.

Los economistas Josep Borrell y Joan Llorach publicaron hace ya un año el ensayo titulado “Las cuentas y los cuentos de la independencia”. En él derriban, en base a datos contrastados, una por una todas y cada una de las mentiras que Mas y Junqueras han venido utilizando en pro de la independencia. Esas mentiras que han envenenado la convivencia en este país.

Existen muchos más ejemplos. Pero lo que es un hecho es que hay una parte muy importante de la población mundial que no contrasta la veracidad de lo que lee o escucha porque no quiere saber si es cierto o no. Tan solo quiere que se ajuste a sus sentimientos e ideología. Las nuevas tecnologías están pariendo una sociedad cursi e irracional.

Acostúmbrese a la palabrita porque ya somos postfactuales, nuestra democracia es postfactual, y esta es una de las razones de que sigamos sin gobierno. No tenemos los gobernantes que nos merecemos, tenemos los hechos que nos creemos. La verdad ha dejado de importar.

 

 

 

Postfactual

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