No creo estar equivocado al pensar que una de nuestras mayores carencias es la falta de diplomacia a nivel internacional y a que nos valoren más que nosotros mismos. Hasta pretendemos borrar la Historia, silenciando y quitando nombres de nuestras hazañas, cuando en otros lugares los recuerdan. Recientemente, en la ciudad tenida como la más antigua de EEUU, San Agustín, en  Florida, han renombrado una calle, como Avilés Street, poniendo la de su fundador, Pedro  Menéndez de Avilés.

¿Quién sabe que New Orleans, fue la capital de la provincia española de Luisiana,  desde 1762 al 1803? Hay placas de cerámica allí que lo recuerdan. Existe la Calle de San Luis con su escudo de castillo y dos leones. Ya tratamos sobre las rutas españolas que orientan todavía y se utilizan sin complejos en EEUU sin renegar de nuestra paternidad. Aquí, hasta al pobre Colón lo queremos quitar de su emblemática peana. ¿Lo sustituirá, dedo y brazo en alto, el actual President por delegación del perpetuo  de la Generalitat, señalando Waterloo, residencia del anterior President perpetuo, a la fuga?

Y para muchos países de Hispano América para los que, salvo excepciones, antes éramos la Madre Patria, ahora se representan obras de teatro, tergiversando la historia reduciéndola al expolio, masacre, limpieza étnica, etc., olvidando el aporte de lengua, cultura y civilización.

El hazmerreír internacional de la expedición española a Inglaterra en 1588, que fue un desastre, cierto, fue divulgado por los ingleses, principalmente por Willian Cecil, mano derecha de la Reina Isabel I,  para mofa y hasta el nombre de la “armada invencible”, fue un invento de ellos, que sí han tenido buena diplomacia y sus antiguos países colonizados y explotados, la mayoría siguen teniendo a la Reina de Inglaterra como su Jefa de Estado y hasta  conducen por la izquierda.

Nada más que por habernos mezclado con los pueblos hispanos, creando el mestizaje étnico y cultural, deberíamos estar orgullosos y ser reconocidos.

Quiero destacar un hecho, también muy poco conocido, salvo en A Coruña, ocurrido un año después de la “armada invencible“. El 03-05-1589, arribó  A Coruña una expedición inglesa con 180 naves y 27.667 hombres, mucho más  numerosa que aquélla, tanto en naves, como en hombres. ¿Y quién la mandaba? Nada menos que el corsario Drake, ahora reconvertido por sus robos para Inglaterra, en Sir Francis Drake. Le acompañaba el Almirante Norreys. Bueno, también un nieto de Manuel I de Portugal para ver si le caía el reino. Claro, era una estrategia de la Reina Isabel I de Inglaterra (Tudor, como las pilas, hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón), excuñada de Felipe II (hijo de Carlos I e Isabel de Portugal, Señora de Albacete, que todo hay que decirlo), Rey de España desde 1556 y de Portugal desde 1580.  En sus adentros pensó que con unos cuantos barcos, en proceso de reparación en la incipiente Navantia, no opondríamos resistencia. El Capitán General de Galicia era D. Juan Pacheco, que contaba con dos galeras y 137 barcos, muchos tocados por la expedición fallida a Inglaterra. Pero no contaban con una joven, María Pita, nacida en 1565. Y con sus 24 añitos, cuando vio que los ingleses habían abierto una brecha en la muralla de A Coruña y matado a su segundo marido, Gregorio de Rocamunde, se enrabietó y arrebató la lanza que llevaba con su bandera el alférez (hermano del pirata Drake) que dirigía el asalto, lo mató con la misma, desmoralizando a los 12.000 súbditos que le seguían, huyendo despavoridos, retirándose de mala manera. María alentó a los suyos al grito de: ” Quen teña honra, que me siga”. Todos la siguieron aunque no supiesen galego. Esta María Pita casó y enviudó otras dos veces; el cuarto, el único adinerado, le dio una pensión de alférez y 5 escudos mensuales, más poder exportar mulas a Portugal, a condición de que nunca más se casase. Y ahí se quedó, viuda 4 veces y sin poder casarse más.

Drake, con el rabo entre las piernas, marchó a Lisboa a ver que pescaba y fue lo que menos se pensaba; otro varapalo, pues allí lo estaban esperando 5.000 españoles, que le dieron lo suyo  y tampoco pudo destronar a Felipe II.

Para no presentarse  de vacío ante Su Majestad, después del ridículo hecho,  saqueó Azores y Madeira y algo le llevó.

Por cierto, las banderas atrapadas al socio del corsario, Almirante Norreys, están en Castilla la Mancha, en la Catedral de Sigüenza. Desconozco la razón, pero es  que aquí somos de guardar y no tirar. Algún manchego tuvo que seguir a María Pita y se las apropió.

Qué mal nos vendemos

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