Si tuviera que escoger, me quedo con algunos comienzos.

 

Me quedo con el primer té de la mañana, cuando las anécdotas del día todavía no me han venido a distraer de lo importante.

Me quedo con el inicio de las reuniones con mis amigos, cuando aún me queda todo por reír.

Me quedo con los primeros acordes de un concierto, cuando la emoción tan sólo ha comenzado.

Me quedo con la preparación de las vacaciones, cuando los mapas reposan en la maleta y las pupilas están vírgenes.

Me quedo con el gesto de subir la mochila al hombro, cuando la ilusión es máxima.

Me quedo con el primer largo que hago al nadar, cuando tengo la certeza de que vaciaré mi mente.

Me quedo con el inicio de los libros, cuando decido si merece la pena seguir leyendo.

Me quedo con ese instante en el que me siento al final del día, cuando ya nada vendrá a distraerme de lo importante.

Me quedo con los primeros cinco minutos de sueño, cuando siento como me deslizo hacia la inconsciencia.

Me quedo con los encuentros con mis hijos, cuando les beso.

 

Me quedo con los comienzos,  porque aún todo es posible y nada se ha acabado.

 

 

Para Antonio, su cumpleaños marca el comienzo de las vacaciones.

 

Vacaciones

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