Poco menos de un minuto duró el sueño independentista de Puigdemont y de su ejército de traidores.  Menos de un minuto duró la algarabía montada frente al “Parlament”. Igual de breve fue el sueño independentista para esa desaliñada representante de las CUP que recibió la espantada del “president” a cara de perro. Treinta años de trinque, intoxicación, amedrentamiento, exclusión y terror para acabar en menos de un minuto. Para este viaje no hacían falta alforjas, salvo para los Pujol que se las llevaron llenas.

El martes día 10 no fue el esperado “Independence day” de la nueva Catalunya sino el “Independence one minute”, suficiente para sacar a Rajoy de su letargo y obligarle a cortar por lo sano lo que debería haber cortado un mes antes. Nunca es tarde si la dicha es buena o al menos eso esperamos.

Bueno y ¿ahora qué?. Ya está en marcha el artículo salvador de las Españas, el 155 (que por cierto voy a buscar en la lotería de Navidad), la Justicia ya tiene enjaretados a Puigdemont, Junqueras, Forcadell, Trapero y unos cuantos más, pero hay que empezar a recomponer la situación hasta hacer volver a Cataluña a la situación previa al pujolismo. La intervención de toda la Comunidad Autónoma o de partes de ella así como la anulación de algunas de las  facultades transferidas debe permitir que la normalidad en las Instituciones y la paz social vuelvan a ser lo habitual en la vida catalana.

No obstante no hay que olvidar aquellos medios de los que se han servido los secesionistas para culminar su proceso y por tanto, en la Cataluña que se avecina no cabe seguir disfrutando de la misma autonomía si esta no va dirigida a mejorar la vida de los catalanes por igual, sin exclusiones. Las transferencias en educación, sanidad, justicia e interior se deben mirar con lupa. En educación hay que eliminar la intoxicación y adoctrinamiento político practicados en los centros educativos, revisando los contenidos y los textos y depurando judicialmente  al personal docente más proactivo con la educación en el catalanismo.

La sanidad y la justicia no solo no deberían estar trasferidas en Cataluña sino en toda España. Justicia debe haber una en España y no diecisiete. Tribunal Supremo igualmente debe haber uno y no uno por región; si además los gobiernos regionales interfieren la actividad judicial o controlan los nombramientos, podemos llegar a ver cómo en Cataluña los Pujol andan por la calle sacando pecho y los cientos de imputados andaluces de los Eres y demás ven como sus causas prescriben  sin llegar a ser juzgados.

La sanidad también universal, o era, pero mientras hay CCAA donde no te tratan una caries dental, en otras hacen hasta tratamiento de cambio se sexo. Cada cual administra como quiere y esa sanidad universal es de primera, segunda o tercermundista según la CCAA que toque.

En lo que se refiere al Ministerio de Interior ocurre algo parecido. El Estado debe velar por la seguridad ciudadana en todo lugar y con las mismas garantías. La Guardia Civil y la Policía Nacional deben ser los únicos Cuerpos de seguridad. La policía autónoma catalana, aparte de haber desobedecido las leyes y traicionado a España y la Constitución, está a punto de convertirse en una KGB rusa o en la Stasi de la Alemania del Este.

El 155 está en marcha y de la forma de aplicarlo depende lo que Cataluña vaya a ser en el futuro. Mientras la televisión pública siga envenenando a la población, las escuelas  adoctrinando a los niños  y la lengua, cultura e historia españolas marginadas,  no habrá posibilidad de concordia ni de paz social. La reeducación de una generación sometida por el radicalismo antiespañol es necesaria y aunque no es cosa de un día, hay que convencer a los más obstinados para que se bajen del “burro catalán” que pasta en su estelada y aprendan a convivir con quienes como ellos están luchando cada día por la misma causa, Cataluña, aunque su idioma materno sea uno u otro. Dentro de cincuenta años la población de origen magrebí puede llegar a ser la mitad de la población catalana. Si entre todos no se esfuerzan en establecer y respetar unas reglas de convivencia, mal futuro les auguro.

Y recuerden, el gordo de la Lotería de Navidad caerá en el número 155.

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Un minuto de independencia

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