Llevo dos semanas sin escribir, faltando al compromiso conmigo mismo, a la costumbre y a los lectores que a través de mi blog y de la columna de opinión de Visón 6 TV aun me leen. La verdad es que cuesta volver a repetir lo que todos ya sabíamos, que los socialistas cuando se ven perdidos como en Marzo de 2004 utilizan el desastre saltándose la jornada de reflexión y arremetiendo salvajemente contra el Gobierno y que ahora, cuando las encuestas los relegan al cuarto puesto se alían con los mimos demonios para echar a un gobierno legalmente establecido para instalarse en la Moncloa, culminando así el sueño del nuevo “Bamby” que ya muestra las fotos de su mansión  en la que su señora va a gastar en remodelar lo ajeno más aún que el criticado Iglesias para comprar lo propio.

Que una vez experimentado el placer de correr entre los ciervos monclovitas el nuevo “Bamby” no iba a convocar elecciones era del común conocimiento a excepción de los ignorantes de Ciudadanos, cuyo infantilismo les hace creer  en los milagros y que deben estar retorciéndose del cabreo por haber sido ellos los que movieron el árbol y los demás los que recogieron el fruto. Que además y según la costumbre de la izquierda iban a aumentar el gasto público desde el primer día, era de cajón. Cuatro Ministerios, mejor cuatro inutilidades, con lo que de enchufados conlleva por compensación de servicios y servidumbres. Que se iba a bajar los pantalones ante el esperpéntico Quin Torras, les iba a acercar a sus presos, retirar el control de las cuentas y permitir la reapertura de las embajadas era tan previsible como que el danzarín Miquel Iceta se va a bailar una sardana en la plaza de San Jaime cogido de la mano de Elsa Artadi y Ada Colau.

Que el mayor enemigo de España sigue siendo Franco  es de perogrullo y que hay que sacarlo de Cuelgamuros y echarlo a una fosa común, una obsesión. Después vendrá la Iglesia, otro lugar al que recurrir cuando el seso es atacado por las calores y las neuronas se contraen, se retuercen y la cascan.

Espejito, espejito, dime si soy el más guapo de mis contrincantes, más que Albert Rivera,  Pablo Iglesias  o el pretendiente Pablo Casado. La Moncloa va a ser dentro de poco como la galería de los espejos de Versalles, donde la vacuidad del inquilino encontrará en cada uno el gesto apropiado para emular al “Rey Sol” y deslumbrar a su plebe de estómagos agradecidos .

Pero yo no quería escribir sobre esto. Reconozco que se me ha ido el pistón con esto del golpe de estado legal, amparado por la misma Constitución, donde los enemigos de España nombran al Gobierno de España. Yo quería escribir de los desahuciados, los que de la noche a la mañana se han visto con la maleta en la puerta del despacho y han iniciado una peregrinación, más bien una carrera hasta la sede de Génova para comenzar el “juego de las sillas” a los acordes del himno de Manuel Pacho.

Rota la costumbre de nombrar a dedo, se abre en el PP una etapa de laboratorio, donde la  experimentación debe dar como fruto un anti-PP, anti-Mariano y anti-década tenebrosa. Cuando más necesario es el sosiego, la decisión madurada, la generosidad  y la altura de miras;  cuando todo el Partido alza su vista hasta Galicia pidiendo al Apóstol alguna señal de amparo, viene “el deseado” y les echa una jarra de agua helada que ha dejado al Partido tiritando salvo a cuatro acalorados a los que ha venido de perlas el refresco.

La comodidad o la cobardía de Alberto Núñez Feijóo ha puesto en peligro la misma existencia del PP como Partido con aspiraciones a ser el aglutinador del voto de centro derecha. Su marcha atrás ha dejado las puertas abiertas a quienes representan el nuevo y el viejo PP y a quienes solo pretenden convertirlo en un campo de batalla , en el que llevan años entrenándose y donde no va a haber cuartel para los derrotados de la una o de la otra. Si en el PP pensaran en el voto útil del que pudiera surgir un nuevo PP reformado y reforzado, nada mejor que enviar al Olimpo a Soraya y María Dolores, coronarlas de laurel y pasar página, porque ambas son el pasado y el conflicto asegurado.

Núñez Feijóo habrá sido el responsable del desbaratamiento si no surge un mirlo blanco que despierte la atención de quienes por primera vez van a tener la ocasión de acertar o equivocarse,  sin tener a quién echar las culpas.

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Y Feijóo la lió parda

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